Ya decía Lennon que la vida es lo que te ocurre mientras haces planes. Y también hay distintas frases sobre el tema que cuando se reflexiona no se vive, y que cuando se vive no se reflexiona. En algunos casos esta distinción se plantea para alabar uno de los términos y menoscabar al otro; en esta entrada nos limitaremos a darle a ambos términos de la distinción su importancia.
La reflexión anterior se debe a una experiencia de investigación reciente, para la cual esta distinción resulta ser bastante útil. El estudio es sobre la relación de las personas con los lugares en que habitan, y se realizaron -entre otras muchas actividades- dos investigaciones cualitativas, grupos de discusión y entrevistas biográficas.
Resultó notoria la diferencia tópica del habla. En los grupos la pregunta inicial era sobre como se vive en el lugar, y aparecen conversaciones sobre el modo de vida, sobre el ritmo de vida, sobre las relaciones interpersonales, sobre las costumbres, sobre el paisaje etc. Ello es lo que domina la conversación, En cambio en la entrevista biográfica lo que aparece son temas asociados a los proyectos -cuáles se tienen, los objetivos deseados, las condiciones necesarias para tenerlos, las acciones realizadas o por realizar, la construcción en general de una narrativa ordenada sobre su consecución. Los proyectos de los cuales se habla aquí no son cualquier proyecto, sino aquellos que se pueden denominar proyecto de vida: uno que articula, o al menos permite estructurar la narración, el transcurso de la vida.
Ambas conversaciones son distintos, no aparecen las mismas preocupaciones. Ambas conversaciones son relevantes y afectan a las personas, pero en niveles distintos. una cosa es la cotidianeidad, en toda su presencia permanente y abrumadora; y otra cosa es el largo plazo, la articulación de múltiples acciones en el tiempo. El proyecto de convertirse en médico es distinto de la vida cotidiana (de salir a comprar, de almorzar, de conversar con amigos), pero es también un ámbito de acción y decisión (de decidir qué y donde estudiar, de organizar estudios etc.)
La distinción no implica que no existan relaciones. Por un lado, y en particular en lo que dice relación al proyecto de vida esto es relevante, es posible transformar el logro de una determinada cotidianeidad en el propio proyecto. Por otro lado, es en el momento de la reflexión, que el mecanismo de la entrevista subraya, donde la distancia entre el proyecto y la cotidianeidad es mayor, pero al desarrollarse todo proyecto ha de hacerse cotidiano -el proyecto de estudiar medicina se transforma en una vida cotidiana de estudiante de medicina.
Estas relaciones, y aunque sea obvio menester es recordarlo, no evitan que la distinción sea relevante: Que el proyecto no es la vida, que la vida no es un proyecto.