Revista África

La vieja propuesta de autonomía para el Sahara Occidental

Por Jorge Luis Rodríguez González
Ni una pulgada. Esa es la respuesta del reino marroquí en lo concerniente al enquistamiento del conflicto con el Sahara Occidental. Tan fresco como una lechuga, el monarca Mohamed VI dejó claro que lo último que haría en su vida es concederle la independencia a la nación vecina, y que cuando más, está dispuesto a concederle una autonomía.
En un discurso con motivo del XI aniversario de su coronación, Mohamed VI reafirmó su fanática e intransigente posición, al anunciar que continuará con la regionalización avanzada, una política encaminada a lograr la anexión del Sahara. Según las versiones de Rabat, este proyecto no es más que una nueva dinámica de reforma institucional que busca la descentralización administrativa del Estado marroquí.
Sin embargo, esta vieja idea lanzada por su padre Hassan en los años 80 no es más que una artimaña para materializar el plan de autonomía propuesto por Rabat a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) como solución al conflicto. Así, el monarca se burla de la Organización de Naciones Unidas y de la Unión Africana, que en distintas resoluciones han defendido la celebración de un referendo en el que el pueblo saharaui pueda votar por su autodeterminación.
Al mismo tiempo, Mohamed VI exhortó a Argelia a que abandone su apoyo al pueblo vecino, algo que el rey llama fantasiosamente, como quien narra una historia de hadas, «postura opuesta a la lógica de la historia, de la geografía y de la legalidad». Muchas lógicas que el propio gobernador marroquí no respeta. Como buen hijo de Hassan II, el impulsor de la ocupación en 1975 con el apoyo de Mauritania —que posteriormente se retiró—, Mohamed da la espalda a los pronunciamientos de Naciones Unidas, que establecen que el Sahara es un territorio pendiente de descolonización, así como remarcan la necesidad de celebrar un referendo en el que ese pueblo pueda votar por su independencia.
Sin embargo, eso no alcanza. Rabat lleva a cabo una perenne sangría de los recursos naturales y llega al extremo de encarcelar y torturar a los independentistas, o a cualquiera que ose despertar las malas pulgas del rey, con tan solo decir que es saharaui y no un ciudadano de la monarquía. Podría llenarse un mar con las barbaridades cometidas por Marruecos en estos 35 años; pero ni la ONU ni su Consejo de Seguridad han adoptado otras acciones que ejerzan presión efectiva sobre ese Estado.
El Estado marroquí es intransigente, aunque Mohamed VI pretenda presentarse como un gobernador bonachón y flexible, siempre dispuesto al diálogo. Sin embargo, ante cada negociación, el régimen saca del maletín la misma propuesta: una autonomía para el Sahara, al que empecinadamente cataloga como una provincia del sur.
El objetivo real es perpetuar la ilegal ocupación de la nación vecina. Con su postura bloquea cualquier posibilidad de resolver esta deuda histórica de manera pacífica, de modo que se pueda evitar el estallido de una guerra y baje la tensión en la región del Magreb.
Al respecto, el Gobierno saharaui se muestra preocupado por la política expansionista de Marruecos, que termina enquistando aún más el conflicto, al tiempo que lo puede llevar a una salida violenta.
Con las demagogias y los incumplimientos, los motores se comienzan a calentar. Recientemente, la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) decidió revisar sus relaciones con la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sahara Occidental (MINURSO), a la que acusa de haber «renegado de sus compromisos», mientras al amparo de un alto al fuego, Rabat sigue expoliando los recursos naturales de su vecino, e intenta imponer su ocupación con la represión.
La MINURSO fue creada en septiembre de 1991 tras el acuerdo de alto el fuego entre el Frente POLISARIO y Marruecos, con el fin de supervisar el cese de las hostilidades y organizar el referendo de autodeterminación del territorio de la antigua colonia española. Casi 20 años después, todo sigue igual.
El propio primer ministro de la RASD, Abdelkader Taleb Omar, declaró que el Frente POLISARIO evalúa la situación del proceso de paz y la implicación de la ONU. «Si esto no avanza deben empezar los preparativos para la vuelta a las armas. Y en el próximo Congreso, la dirección va a ser interrogada sobre esto (…)»
El aguante tiene un límite.

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