Foto: José M Sieres
La silla…Un negro perro callejero ladra…A su lado, un carro…No está solo, ladra a su amiga, ella mayor, o puede que no tanto…supongo que es la vida quien nos engaña en las edades.Como rutina se acerca a la orilla,- ¡debe de estar helada!-piensa…
Solo quiere lo que muchos aspiran a tener fuera de esta ciudad…Quizás sólo sentir el agua de la orilla fría mezclada con la granulada arena…Es su momento, su mañana…es libre para soñar, pensar o simplemente estar allí…
No tiene nada, solo unjovenamigo fiel y callejero, quizás el único que le queda cerca, y un carro del Hipersol repleto de recuerdos…
Pero su amigo ladra, ladra…no entiende de brisas ni mareas, sólo quiere que no se aleje tanto…
Es temprano, la ciudad aún despertando y ella hace rodar nuevamente su casa y prosigue su camino.
La pierdo de vista, cambiamos las direcciones. No mucho tiempo… A penas media hora más tarde, a unos ciento de metros, la veo. Vuelve a bajar a la playa a rociar de agua de una fuente a su compañero.
Aún sigue levantándose la mañana y la ciudad sacude las sábanas del “levante” y en mis auriculares suena“ Estaba sola” de Berjia…