La crema y la nata nacional o el apoteosis del arte español
Sinopsis y ficha técnica
Zarzuela en tres actos
Música de AMADEO VIVES
Libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw
Edición crítica de Óliver Díaz
Ediciones Musicales Autor / Instituto Complutense de Ciencias Musicales, 2017
Edición del texto de Javier Huerta Calvo
Estrenada en el Teatro de la Zarzuela, el 1 de octubre de 1927
Nueva producción del Teatro de la Zarzuela
Zarzuela basada en el drama sobre la honra villana “Peribáñez y el Comendador de Ocaña”, de Lope de Vega.
A pesar de que hace ya más de treinta años que La villana no «visita» el escenario del Teatro de la Zarzuela, estamos ante uno de los títulos más emblemáticos de este recinto a lo largo del siglo XX. Ahora, por primera vez en el presente siglo y después de esas más de tres décadas de vacío, la obra vuelve a subir a estas históricas tablas, materializando así un hecho que sin duda debe ser observado como acontecimiento de primer orden. La reunión de los tres autores de este famoso título: los escritores Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw, junto al compositor Amadeo Vives, representa lo mejor de su época —como más tarde volvió a evidenciarse con La rosa del azafrán—.
La villana que ahora se presenta viaja estéticamente por los siglos, sin detenerse, envuelta en esa música en la que Vives combina con asombroso equilibrio la tradición, lo popular, y la melodía elaborada. El predominio de la alegría es una de las características que definen su composición. Y a lomos de esas notas luminosas la escena ejerce de amazona como una prolongación natural.
Dirección musical Miguel Ángel Gómez Martínez
Dirección de escenaNatalia Menéndez
EscenografíaNicolás Boni
VestuarioMaría Araujo
IluminaciónJuan Gómez-Cornejo (AAI)
CoreografíaMónica Runde
Reparto
- CASILDA
- Nicola Beller Carbone (días 27, 29, 2, 4, 8, 10 y 12) / Mayte Alberola (días 28, 1, 3, 5, 9 y 11)
- JUANA ANTONIA
- Milagros Martín
- BLASA
- Sandra Ferrández
- PERIBÁÑEZ
- Ángel Ódena (días 27, 29, 2, 4, 8, 10 y 12) / César San Martín (días 28, 1, 3, 5, 9 y 11)
- DON FADRIQUE
- Jorge de León (días 27, 29, 2, 4, 8, 10 y 12) / Andeka Gorrotxategi (días 28, 1, 3, 5, 9 y 11)
- DAVID / REY
- Rubén Amoretti
- ROQUE
- Manuel Mas
- OLMEDO
- Javier Tomé
- MIGUEL ÁNGEL
- Ricardo Muñiz
- LAZARILLO DE OLMEDO
- Carlos Lorenzo
- CHAPARRO
- Rodrigo García*
- EL LICENCIADO
- Román Fernández-Cañadas*
- LABRADORES
- Daniel Huerta*, Francisco José Pardo*
- *Miembro del Coro Titular del Teatro de la Zarzuela
- Orquesta de la Comunidad de Madrid
- Titular del Teatro de la Zarzuela
- Coro Titular del Teatro de la Zarzuela
- Director: Antonio Fauró
Comentario previo
En primer lugar, quejarme y mucho de la pésima gestión que hacen de la publicidad en el Teatro de la Zarzuela, pues, aunque quería que este (teniendo en cuenta las pocas críticas completas que hago hoy día) artículo quedase muy lucido, y que mostrase toda la belleza y excelencia de esta nueva y maravillosa producción de la que voy a hacer la crítica… sólo he conseguido tres imágenes y de escasa calidad, dos del cartel, y una de la propia obra… y ninguna de ellas en la propia web (que, afortunadamente, ha mejorado en navegabilidad) del teatro. Vamos, un desastre. Busqué por todo internet, y fui incapaz de encontrar más. Así que tendréis que fiaros de mis palabras a secas, aunque siento mucho no poder ilustrar como es debido… pero ya digo, toda la culpa la tiene el teatro, que debería proporcionar los mejores materiales para que otros (periodistas, blogueros… etc) puedan referenciarles, promocionarles y hacerles publicidad… de otro modo, se están perjudicando a sí mismos.
Por lo demás, no puedo dejar de criticar la pobreza que supone asistir a una representación en la que no se te aporta nada más: ni programa, ni exposición, ni decoración ex profeso… realmente el Teatro de la Zarzuela ha vivido tiempos mucho pero que mucho mejores, y se ha tenido mucho más cuidado en la mejora del acto de asistencia a sus instalaciones. Realmente la dirección de Daniel Bianco está fracasando rotundamente en ese aspecto.
Y ahí se acaban las justas y necesarias críticas negativas. Comienzan las alabanzas.
Empezando, como no, por el personal del teatro, siempre tan atento, agradable y familiar a la vez que eficiente y eficaz. Todo un gusto volver a verlos, sin duda su calidad humana y profesional mejora la asistencia al teatro.
Pero dirijámonos al tema de este artículo, cada año (y no es poco, teniendo en cuenta las temporadas del resto de los teatros) el Teatro de la Zarzuela programa una o varias producciones que son obras maestras, luego están las muy notables, y, en ocasiones, también aparece algún que otro bodrio… este año, ya hemos tenido el bodrio, otra muy notable… y ahora nos llega la obra maestra, ¿seguirá la temporada de este teatro hacia arriba, directa al triunfo… o ahora llegará el descendimiento?, el tiempo lo dirá, aunque las perspectivas (teniendo en cuenta la programación), en principio, parecen buenas.
Crítica
Cuando vi esta zarzuela quedé absolutamente fascinado (y, por supuesto, volví a sentir varios éxtasis artísticos), aunque también dolido, porque fui perfectamente consciente de que, si esta obra hubiese sido francesa o italiana, todo el mundo la conocería, y los melómanos de todos los rincones del mundo, no pararían de alabarla día y noche… pero esa desconsideración a lo propio, ese gusto por la destrucción de los mitos, es lo terrible de lo español. Triste pero cierto, ojalá quisiéramos y valorásemos más lo propio.
Y es que “La villana” es una absoluta y perfecta obra maestra la mires por donde la mires: el excelente libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw adapta de forma absolutamente soberbia a Lope de Vega… y sí, porque esto es de lo mejor, encima, ¡la obra está basada en una obra original del fénix de los ingenios! (“Peribañez y el comendador de Ocaña”), uno de nuestros más grandes y brillantes dramaturgos por excelencia (que esta producción, además quiere respetar y homenajear especialmente, incluyendo varios pasajes de la obra original con bastante acierto y adecuadamente integrados); de modo que es como si viéramos una obra de Lope, y además con música, ¿irresistible, no? (como leve crítica, quizás se pueda decir que el argumento no es excesivamente original, pues repite el estilo de otras comedias anteriores de honra villana, de estructura muy parecida… ¿pero a quién le importa cuando la historia está tan bien contada?, sabes perfectamente que al final el Rey lo va a arreglar todo y todo eso, ¡pero el proceso es tan maravilloso!, ¿acaso no sabemos que al final Cenicienta se casa con el Príncipe?, ¿y dejamos por ello de ver las múltiples versiones que existen del cuento?, ¡claro que no!).
Pero no una música cualquiera, la música, ¡oh, qué música!, qué maravilla, qué sublime, qué deliciosas armonías, qué brillantes coros, qué duetos que arrebatan el corazón totalmente y lo exhaltan enloquecidamente… así pues, Amadeo Vives, demuestra su absoluta genialidad con esta obra, y, francamente, en mi humilde opinión, no necesitaría otra para pasar a la historia como un gran compositor.
Así pues, tenemos un material de partida absolutamente perfecto, que combina lo mejor de lo nacional, una razón para sentirnos absolutamente orgullosos a nivel patriótico de nuestros logros artísticos, pues, incuestionablemente, esta es una obra absoluta y deliciosamente española, una joya rojigualda absolutamente brillante y deslumbrante.
Y, afortunadamente, esta producción, a la que califico de sobresaliente, está a la altura de tan excelentísimo material original.
Sin duda se podrían argumentar cosas en su contra: como una dirección de escena bastante torpe (la dirección de actores deja que desear -la mayoría de los cantantes que vemos en el escenario no saben actuar y exageran sus papeles como suelen hacer los de su profesión… aunque se nota que lo intentan y se esfuerzan en intentar ser verosímiles-, los movimientos de escena resultan forzados, y hay muchos errores en la concepción de varias escenas que fácilmente provocan que el espectador se pierda y se desoriente); un vestuario un tanto inadecuado y anacrónico (aunque muy estético); y unos decorados que podrían haber dado más de sí (aunque se mueven de una forma bastante espectacular y llamativa… sin mencionar que hay cosas realmente bellas y de gran verosimilitud, como la luna o el trigo de fondo)… pero, en el caso de esta producción, es innegable que la suma total es mejor que la suma de las partes, puesto que es del todo evidente que el conjunto total, el resultado final, funciona y es tremendamente estético, hermoso de ver y que agrada totalmente… así pues, si le perdonamos sus múltiples deslices, bien podemos encontrarnos con algo muy espectacular, disfrutable, grato y encantador. Yo, desde luego, salí muy satisfecho.
Sólo queda hablar del maravilloso reparto artístico, en el que todos los cantantes estuvieron magníficos, con la excepción de Andeka Gorrotxategi, que hizo del Comendador Ocaña, y que se desgañitaba berreando como un descosido. Sin duda alguna, y merecidamente, los más aplaudidos fueron Mayte Alberola y César San Martín, que interpretaron a la pareja protagonista. También aparece en esta producción una cara conocida, una gran diva, la que fue considerada primera figura y actriz de este escenario durante mucho tiempo: la infalible Milagros Martín, que, aunque en un pequeño papel, consigue darle empaque y su habitual buen resultado.
En definitiva, por sus incontables méritos, si hay una obra que hay que ver en este momento, si hay un imprescindible en la cartelera teatral, sin duda alguna esa es esta magnífica zarzuela que es “La villana” (es más, dado lo instructiva y didáctica que es, hasta se deberían planificar funciones escolares, y colegios e institutos deberían acudir en masa a las representaciones), pues se trata de una producción sobresaliente que lleva a buen puerto una obra maestra absoluta. En realidad, al contrario de lo que suele ser habitual, y esa es otra de las excepcionalidades del caso del que estoy haciendo la crítica, en esta ocasión no hay que buscar razones para ir… ¡sino que habría que encontrar una sola razón para no hacerlo!… y francamente, de encontrarse argumentos en favor de esto último, serían muy escasos y de nula validez. No hay duda, “La villana” es la obra en cartel que hay que ver: perfecta, absoluta e incondicionalmente recomendable para todo tipo de público.