Revista En Femenino

La violencia obstétrica es violencia de género

Por Clau707

Primum non nocere


Claudia Pariente (Extracto de "Violencia obstétrica: la que no se dice, la que no se ve")
La violencia obstétrica es violencia de género
La violencia obstétrica existe. No es tan solo el desconocimiento de la evidencia científica la que la ampara, ni la desinformación de las mujeres la que la sustenta, sino la manipulación, el trato deshumanizado y discriminatorio a la mujer por serlo.
Estamos, de forma clara y contundente, ante un tipo de violencia de género. Para ejercerla bastan a veces sólo palabras: frases groseras y descalificadoras que despojan a la mujer de su poder femenino, reducen su autoestima y la convierten en un mero objeto de intervención. El agravante de la situación es la circunstancia en la que estos abusos se suceden: el parto.
Pero además, la inobservancia de las recomendaciones internacionales y las múltiples violaciones a los más sencillos códigos de buena atención perinatal agregada al poder que se practica desde la jerarquía sanitaria, dejan en evidencia que el hecho de que la mujer esté informada, conozca sus derechos e intente ejercerlos, no es garantía suficiente para un parto seguro y respetuoso.
Cuando leemos las principales recomendaciones que hace la Organización Mundial de la Salud respecto de la atención al parto y nacimiento nos damos cuenta del quebrantamiento continuo de las mismas en España. Y las pocas cifras que tenemos en este momento sobre la atención al parto en nuestro país demuestran cómo y de qué forma se están ignorando estas recomendaciones. Lo que no podemos ver, no es identificable en las tablas ni en las encuestas de satisfacción “a pie de cuna”, sino que se traduce a largo y mediano plazo en trauma, miedo, estrés postraumático y rechazo del proceso de parir, cuando no en depresiones severas y múltiples secuelas físicas y psicológicas imposibles de medir.
Así es: es fácil ver en las estadísticas las consecuencias de prácticas e intervenciones innecesarias que se realizan a diario en los hospitales españoles, pero lo que no se puede ver es el maltrato institucionalizado del que, en demasiadas ocasiones, son víctimas las mujeres. La violencia de género más peligrosa es la que no se ve.
Si bien es cierto que se están dando los pasos adecuados para mejorar la calidad asistencial de la atención al parto y que muchos profesionales se están esforzando por cambiar los números actuales, un cambio real sólo será posible cuando se devuelva a las mujeres su autonomía, cuando se las empodere y se les haga verdaderamente partícipes del nacimiento de sus bebés.
Crear cultura de cambio no pasa de forma exclusiva por brindar información sobre derechos y libertades a las usuarias de este sistema de salud, sino por una transformación más profunda de los paradigmas existentes, el respeto al cuerpo femenino y el ejercicio de la profesión desde la vocación verdadera. Pero además, reconocer esta violencia como tal y entender que muchas de estas situaciones se hacen efectivas por comodidad y beneficio de los propios profesionales sanitarios y no del de las usuarias, puede ser un primer paso para avanzar hacia una mejor atención.
La violencia obstétrica es violencia de género
¿De qué forma podemos encarar estos cambios a futuro?La recomendación final es la de incluir el concepto de violencia obstétrica como una forma de violencia de género y por lo tanto, censurable ante la ley. Aportando desde nuestros espacios de decisión y de opinión a ese anhelado cambio cualitativo hacia la verdadera igualdad entre hombres y mujeres.Tal vez, a partir de ello, sean menos los testimonios de partos maltratados y mujeres rotas. Y tal vez, en un futuro, una asociación como El Parto es Nuestro deje de tener razón de ser, porque por fin se habrá conseguido que lo sea.

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