Una de las sorpresas de este año, aparte de las relacionadas con la pandemia del Covid-19, ha sido la visita del cometa C/2020 F3, más conocido como Neowise, que es el telescopio de la NASA que lo descubrió hace tan solo 4 meses, exactamente el 27 de marzo de este año. Y es más sorprendente aún porque tiene un brillo muy superior a los de los cometas que se pudieron ver en los últimos años, alcanzando en su perihelio una magnitud aparente de -0,9, por lo que es visible sin necesidad de ningún instrumento óptico.
Cometa Neowise en la madrugada del 13 de julio de 2020
Durante los primeros días pudo observarse poco antes del amanecer, en su momento de máximo acercamiento al sol, que tuvo lugar el 3 de julio cuando la distancia entre ambos fue de "tan solo" 43 millones de kilómetros. A partir de ese momento comenzó a alejarse de nuevo y se empezó a ver poco después de oscurecer. siguiendo una órbita con un periodo de unos 6800 años, lo que hace bastante complicado que podamos volver a verlo. Aún quedan unos pocos días para que podamos disfrutar del Neowise, de hecho, el momento de máximo acercamiento a la Tierra tendrá lugar el 23 de julio, cuando esté a 103 millones de kilómetros, y desde nuestra latitud, muy próximo a la Osa Mayor, por lo que es muy sencillo localizarlo,
Cometa Neowise el 17 de julio de 2020
Al igual que el resto de cometas, estos cuerpos celestes están formados básicamente por hielo, rocas y polvo, que tienen órbitas elípticas alrededor del sol, de forma que cuando se acercan a él, su núcleo de hielo empieza a sublimarse apareciendo dos colas, una formada por polvo y gas y otra cola de iones, que son por moléculas de gas cargadas eléctricamente.
Lo que hace que los cometas tengan un gran interés para los astrónomos es que están formados por material primigenio procedente de la nebulosa que dio lugar a nuestro sistema solar, por lo que se pueden considerar auténticos fósiles geológicos que guardan en su interior la información acerca de cómo era nuestro sistema solar antes de que se formara la Tierra y el resto de planetas.
Aparte de este indudable interés científico que tienen los cometas, los cometas han sido considerados a lo largo de la historia como augurios de desgracias y calamidades. Quizás una de las profecías más conocidas ocurrió en 1066 tras la aparición del cometa Halley (que por aquel entonces aún no había sido identificado ni bautizado), cuando se predijo la caída del Rey Harold II, el último rey sajón de Inglaterra, tras la invasión normanda de Guillermo el Conquistador. Finalmente el augurio se cumplió y años después, el papa Calixto excomulgó al cometa al considerarlo un instrumento del diablo.
No sé si aprovechando la coyuntura, algún iluminado excomulgará al Neowise para limpiarnos la culpa sobre lo que nos viene encima. Mientras tanto, y solo por unos días antes de que desaparezca en el espacio, disfrutaremos del espectáculo que nos ofrece.