Este próximo fin de semana (el sábado 6 y el domingo 7 de Noviembre), el Papa estará en Santiago de Compostela y luego en Barcelona, donde consagrará el Templo de la Sagrada Familia.
(Fuente: temesdavui)
El Papa de Roma ocupa dos posiciones diferentes: es Jefe de Estado de Ciudad del Vaticano, y es además el Jefe (la máxima autoridad terrenal, vamos) de la Iglesia Católica.Yo no soy creyente, pero tampoco soy ateo (que es, a fin de cuentas, otra forma de religión). Es por ello que la visita me da relativamente igual. Sin embargo, como todas las visitas papales, ha despertado mucha polémica, a favor y en contra.Por una parte, los fieles y creyentes católicos sienten una cierta emoción por la visita, o muchos de ellos más bien una emoción cierta. Muchos estarán, si pueden, junto al Papa en los actos públicos que protagonizará tanto en Santiago como en Barcelona.Siendo Jefe de Estado, es normal que se celebre una entrevista o reunión con el Presidente del Gobierno. Pero, como máxima autoridad de la Iglesia Católica, no es lógico que paguemos el coste de este viaje y de su estancia todos los contribuyentes. La Conferencia Episcopal se ha apresurado a afirmar que la mayoría de gastos correrán a su cargo. Pero la visita bloqueará muchos recursos del Estado (que pagamos entre todos), tales como los servicios de seguridad y los de movilidad, entre otros.
Manifestación contra la visita del Papa en Reino Unido
(Fuente: El Periódico)
España tiene un problema pendiente, que hasta ahora no ha sido resuelto. Siendo un Estado laico, se mantiene una relación extremadamente privilegiada con la Iglesia Católica. Por una parte, en el IRPF se habilitó una casilla por la que cada contribuyente puede escoger si quiere (o no), que un pequeño porcentaje de los impuestos que paga sea transferido a la Iglesia Católica para su sostenimiento. Esta posibilidad no existe para ninguna otra Iglesia. Existe otra casilla equivalente, rotulada como "Para Otros Fines Sociales", que desde hace unos años no es una alternativa, sino que, el que quiera, puede tachar ninguna, una o las dos. El dinero recaudado para este segundo propósito lo acaba destinando el Estado a Organizaciones de tipo ONG, de las que algunas también están bajo la órbita de la Iglesia Católica.
(Fuente: Aventura en la Tierra)
Según datos de la propia Conferencia Episcopal, de la campaña de Renta 2008 (la declaración presentada entre Mayo y Junio de 2009), hubo un total de casi 7,2 millones de declaraciones (equivalente a casi 9 millones de contribuyentes, tomando en cuenta las declaraciones conjuntas) que tacharon la casilla de la Iglesia Católica. Esto supuso un total de 252,7 Millones de Euros, que serían transferidos directamente por el Estado.Existen otras cantidades que el Estado paga a la Iglesia Católica. Entre otros capítulos destacan las subvenciones para sus colegios concertados.Para mí, el principio es muy simple. Cualquier club debe financiarse por la aportación de sus socios. Está claro que si presta otros servicios a la sociedad, debe recibir su pago por ellos, a los precios que rijan en el mercado. Por ejemplo, si hablamos de un Club Deportivo privado, que organiza cursos de aerobic para la Tercera Edad, que están subvencionados por el IMSERSO, deberá recibir el pago correspondiente, y estas actividades contribuirán a la financiación del club, potencialmente haciendo menos gravosas las cuotas de sus socios.Pero aquí se acaba la historia. El resto de financiación es el legado que arrastramos por no haber sabido establecer en la práctica una separación clara y nítida entre la Iglesia (católica) y el Estado. Es cierto (y no siempre positivo) que esta sociedad (y la de algunos países próximos) hemos heredado un legado de raíz judeo-cristiana. Pero ya pagamos un peaje importante por ello. Por ejemplo, por nuestra postura extravagante frente al sexo, o por la incapacidad de muchos de entender que el amor no es un fruto que cuelga de los árboles que solamente hay que coger, sino que es un sentimiento que hay que construir y reconstruir todos los días. Y tras buena parte de los episodios de violencia de género está ese sentimiento de propiedad, que se ha perpetuado por el permanente juicio de inferioridad o incluso de impureza que arrastra la mujer para la Iglesia.
(Fuente: Periodista Digital)
Con la visita del Papa se han despertado diversos colectivos que están militando activamente en contra. El primer argumento (para mi, el incontestable) es que de ninguna forma deben utilizarse dineros públicos (que son de todos los ciudadanos) para sufragar un viaje pastoral del Papa de Roma. Lógicamente, además, un viaje de este tipo tiene unos requerimientos de seguridad con un coste importante. Y generan molestias en los ciudadanos (calles cortadas al tráfico, problemas de movilidad, etc.) sean católicos o no.Para mí existen dos Iglesias Católicas diferentes. La primera (con mayúscula) es la institución jerárquica, cuya cúpula es el Papa de Roma, y que está integrada por todos los cardenales, obispos, etc. La segunda (con minúscula) es la que forman fieles católicos (y algunos sacerdotes) que realizan diversas actividades del máximo interés social (léase Caritas, sólo como un ejemplo). La iglesia sí vehicula los principios cristianos y católicos. A fin de cuentas, en el núcleo de la doctrina católica hay algunos principios perfectamente asumibles por la moral natural, como el ama a tu prójimo como a ti mismo.
(Fuente: baraderoteinforma)
Pero la Iglesia es una institución extremadamente jerarquizada, una multinacional con dos mil años de historia a sus espaldas. Extremadamente vigilante con su dogma, muy vengativa y rencorosa con sus disidentes, hipócritamente protectora de sus propias debilidades, instalada en un cierto lujo y boato que resulta obsceno, y cuyo máximo objetivo es perdurar y sobrevivir. Con esta Iglesia yo no puedo comulgar (vaya, me salió pelín beata la frase).Algunos de los que se oponen a la visita del Papa alegan el caso absolutamente vergonzoso de la cobertura a los numerosos casos de pedofilia destapados en los últimos tiempos. La posición oficial de la Iglesia, que se ha ido destapando, es inadmisible por completo. La Iglesia nunca debe dar cobertura a los delitos cometidos por sus miembros, delitos que son, además, pecados. La Iglesia tiene la potestad del perdón de los pecados, pero los delitos la sociedad exige que se paguen ante la Justicia. Y, según se ha podido comprobar en muchos casos, incluso se ha pagado a las víctimas para que dejaran de incordiar.
(Fuente: Sanlúcar)
La Iglesia sufre con estos hechos la consecuencia de algunos anacronismos, de los que no ha sabido desprenderse a tiempo. Por ejemplo, el celibato eclesiástico o la prohibición de que las mujeres puedan acceder a la pirámide jerárquica (no pueden ser sacerdotisas, y por tanto jamás podrán ser obispas ni cardenalas ni, por supuesto, Papisas), son caldos de cultivo ideales para la proliferación de toda clase de vicios, cuyas víctimas, vaya por Dios, son externas. Con estas premisas, resulta contradictorio, si no directamente aberrante, que la Iglesia pontifique sobre el amor, el sexo, la procreación, la familia. Todas ellas cosas de las que están formalmente alejados por sus propios estatutos.Además, en su seno o en las proximidades, habitan diversas sectas (alguno igual se molesta por llamarlas así) de objetivos altamente dudosos. Recientemente se destapó el escándalo de los Legionarios de Cristo, y el Opus Dei como prelatura personal está permanentemente bajo sospecha de la sociedad civil.Y, en los aspectos financieros, de la Iglesia Católica se han destapado asuntos muy turbios en las últimas décadas, como el tema del Banco Ambrosiano, entre otros.En resumen, a esa Iglesia no admito que vaya a parar un solo céntimo de los impuestos que tengo que pagar.A Benedicto XVI, además, algunos le achacan un pasado turbio, puede que más que relativamente filonazi. Pero ese tema, por desgracia, no es exclusivo. Sólo con el paso del tiempo, y la desaparición de los que vivieron esos momentos tan duros de nuestro siglo XX, esas heridas podrán cicatrizar.
(Debería decir iglesia, no Iglesia)
(Fuente: Periodistas en Español)
A la otra iglesia, la que desarrolla actividades socialmente encomiables, aquí o en otros países más desfavorecidos, no tengo inconveniente en que se la financie con parte de mis impuestos.Para el bien de todos (empezando por la propia Iglesia) mi recomendación es que practiquen una transparencia total, tanto en lo que se refiere a las fuentes de financiación como al destino de sus gastos. Luz y taquígrafos. Y los delincuentes que paguen sus faltas ante la Justicia, que debe ser igual para todos.Resumiendo, y hablando de la próxima visita del Papa a España, aunque no me preocupa demasiado, no soy nada partidario.JMBA