Revista Salud y Bienestar

La viuda embarazada

Por Ragonzalez
La viuda embarazada

Llovía mucho aquella tarde y el aire hacía que el agua le golpeara la cara y le empapara el cuerpo con fiereza, sin que le fuera fácil refugiarse en ningún voladizo de la calle. Dejó el coche en el parking de la plaza de la diputación y subió corriendo la calle de la paloma. Giró a la izquierda y no tuvo más remedio que refugiarse en la librería de la calle libertad. Enfrente vislumbraba las luces del Guridi donde era probable que acabara tomándose un mojito con Ana Karenina. Comenzó a fisgar entre los libros, confortado, como siempre que entraba en una librería en cualquier ciudad. Ojeó unos cuantos y reparó en "La viuda embarazada" de Martin Amis sobre el que había leído algunas críticas. Le interesó cita de Alexander Herzen que justificaba el título de la novela y su tema, aunque podría aplicarse a otros de actualidad:

La muerte de las formas contemporáneas de orden social debería alegrar más que conturbar el espíritu. Lo pavoroso, sin embargo es que el mundo que fenece no deja tras de sí un heredero sino una viuda embarazada. Entre la muerte de uno y el nacimiento del otro habrá de fluir mucha agua, habrá de discurrir una larga noche de desolación y caos.

También un párrafo de la introducción que parece una reflexión del autor que ya ha sobrepasado hace tiempo la mediana edad:

Así funciona la cosa. Mediada la cuarentena tienes tu primera crisis de mortalidad (la muerte no va a ignorarme); y diez años después tienes tu primera crisis de edad (mi cuerpo me susurra que a la muerte ya le estoy llamando la atención). Pero en el ínterin te sucede algo verdaderamente interesante.

A medida que se acerca el quincuagésimo cumpleaños se agudiza la sensación de que tu vida se va adelgazando, y de que seguirá haciéndose más y más fina hasta disolverse en la nada. Y a veces te dices a ti mismo: eso ha ido un poco rápido., aquello fue un poco rápido. En determinados estados de ánimo puedes tenr ganas de expresarlo de forma bastante más enérgica. Como por ejemplo: ¡¡¡JODER!!! ¡¡¡ESTO HA IDO COMO UNA PUTA CENTELLA!!!. Luego llegaron y pasaron los cincuenta , y los cincuenta y uno y los cincuenta y dos. Y la vida vuelve a espesarse. Porque ahora hay una presencia enorme e insospechada dentro de tu ser, como un continente ignoto. Es el pasado.

Recordó algunos de los pacientes que había tenido por la mañana en la consulta. Su preocupación excesiva, su miedo por síntomas que a le parecían menores o que eran inexistentes. Recordó sus propios miedos. A veces intentaba relativizarlos pero de inmediatoaparecía el ¿y si...?, un meme que lo contaminaba también a él y a menudo lo hacía derivar al hospital sin motivo o recetar fármacos en los que no creía. Era lo más fácil y todo el sistema conspiraba para ello. Sin embargo cuando a menudo veía las interminables listas de fármacos que la gente tomaba, la ingente cantidad de exploraciones innecesarias y potencialmente peligrosas que se realizaba, pensaba que algo fallaba, que había algo que se le escapaba, a lo que no sabía dar respuesta o de lo que no eran conscientes los pacientes que le consultaban. Por la noche leyó un artículo de Millás y la entrada de este blog. Y pensó que se cerraba algún círculo. Aunque no estaba seguro de si eso le iba a servirle para algo.


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