Hace tan sólo unos días, embarcando un vuelo de Jerez a Palma, tuve la suerte de conocer a Pablo, un niño de 12 años, que junto con su hermano gemelo y sus padres, volaba de vuelta a casa.
Su madre, sujetaba de los hombros a su hijo mientras embarcaban y yo saludaba al pasaje tranquilamente en la puerta de cockpit.
"¿Podría ver la cabina mi hijo? Le gustan mucho los aviones..."
Sin pensarlo un instante, me di la vuelta y le pregunté al comandante, que aceptó sin dudarlo.
"Hola, ¿Cómo te llamas? Me llamo Pablo. Y me gustan mucho los aviones, juego al flight simulator y vuelo en IVAO. ¿Y qué edad tienes? Tengo 12 años."
En ese instante, yo volví al pasado.
Cuando yo dije en casa con 12 años que quería ser piloto, cuando comencé a volar con el flight simulator, y a experimentar el mundo de los vuelos virtuales gracias a IVAO. Mi mente pensó...¿Qué hubieses querido poder hacer si un piloto te deja entrar en la cabina cuando tenías 12 años? Y entonces lo vi claro.
"Pablo, siéntate en mi asiento."
Aquí tienes un A 320 de verdad, estás sentado en el asiento en el que ojalá, puedas sentarte en el futuro. Pero entonces, me sorprendió Pablo a mi.
"Eso son los ADIRS", decía mientras señalaba los inerciales...
El comandante, también instructor y yo...alucinamos. Es entonces cuando me dí cuenta de las capacidades de los simuladores de vuelo actuales, y de los conocimientos que un piloto virtual puede adquirir, a priori, por puro hobby.
"Vuelo el 320 en el simulador" Ahí es cuando yo pensé, creo que sentarle en el asiento no va a ser suficiente regalo para alguien que con 12 años conoce sistemas y partes del avión que muchos pilotos no conocen al terminar su licencia de piloto comercial...tengo que hacer algo más...
- Pablo, ¿qué joystick usas?...
-Uso unos que son réplica de los del 320 :)
-¿Los de Saitek? Si...
-Muy bien, agarra el sidestick y muévelo.
-¿De verdad? Si si, claro, a ver si los notas diferentes...
-Está muy duro, cuesta moverlo.
-Ahora prueba las palancas, pon TOGA.
-¿Pero no pasa nada? No no, tranquilo, los motores están parados, no va a pasar nada.
-Anda, también es diferente.
Entre su mirada de asombro, Pablo nos iba contando las cosas que sabía sobre el avión, e iba respondiendo a todas mis preguntas con precisión.
¿Dónde está el combustible que llevamos a bordo? ¿Qué temperatura hace en cabina? ¿Está conectado el grupo? Con algo de timidez al principio, Pablo se fue relajando, mientras el comandante y yo, no podíamos creer el diamante en bruto que acabábamos de encontrar.
Venga Pablo, vamos a rellenar datos de la MCDU, yo te voy a ir guiando, y tú los vas poniendo.
En el fondo, creo que me imaginaba a mi mismo con 12 años teniendo esta oportunidad.
Pablo iba rellenando datos que íbamos extrayendo de las diferentes fuentes de información, el ATIS, el plan de vuelo, las fichas, etc...verle ir completando todo, despacio pero de forma precisa, me hizo casi tanta ilusión a mi, como a él.
Su madre apareció en cabina, "Si os molesta, me lo llevo eh, no queremos causar molestias", pero el comandante y yo, estábamos disfrutando casi tanto como Pablo cargando los datos en el avión.
Mira Pablo, este es el plan de vuelo, ¿podrías decirme cuánto combustible nos pide para el vuelo?
Pablo observaba impaciente el plan de vuelo...mmmm ¿Éste? Correcto!
Aquí a tu derecha, en la tablet, vamos a calcular las velocidades de despegue, ve introduciendo los datos de la pista y los del ATIS.
Entonces Pablo, nos terminó de desmontar al comandante y a mi. "¿Os puedo hacer una pregunta?" Si claro...
"¿Cómo calculáis la temperatura de FLEX?"
De nuevo, mi mente voló a aproximadamente la edad de Pablo y me recordé a mi mismo, haciéndome esa pregunta, tratando de entender las complicadas tablas de performance que iba encontrando por aquí y por allí, por aquel entonces, eran enormes manuales de cada aeropuerto y de cada pista en donde en función de mil parámetros, se extraían unas velocidades. Y si bien con unos 14-15 años ya fui capaz de calcular las velocidades con más o menos precisión, no fue hasta ser piloto comercial cuando comprendí con plenitud la complejidad de ese cálculo.
Por suerte, hoy en día, la tablet, nos calcula con alta precisión esas velocidades de despegue y esa temperatura de Flex.
Traté de darle a Pablo la explicación más simple posible sobre lo que es esa temperatura y cómo calcularla.
Parecía muy satisfecho con la explicación, y sobre todo, se le notaba feliz, viviendo un momento, que probablemente, no podrá olvidar.
Yo sólo me limité a hacerle el regalo que a mi me hubiera gustado recibir de un piloto cuando tenía 12 años.
Al salir de cabina, creo que Pablo y yo estábamos emocionados. Él por la oportunidad que acababa de tener, y yo, por habérsela dado, que en parte, fue dársela a mi niño interior.
Minutos después, el comandante y yo comentamos los conocimientos del chico y sobre todo el detalle de que con 12 años, el chico había adquirido unos conocimientos muy importantes sobre el 320. Todo, por iniciativa propia, sin que nadie le obligue...
¿No es acaso eso la verdadera vocación?
Al chico no le importaba el sueldo, ni el uniforme, ni nada parecido, le gusta jugar y divertirse y aprender sobre aviones.
¿No deberían las escuelas de pilotos, e incluso las aerolíneas buscar a sus futuros alumnos entre estos chicos?