Revista Cultura y Ocio

La vocación libertaria de la Francmasonería

Por Ritofrancesmoderno

Léo Campion

Reproducimos a continuación un extracto de “Le drapeau noir, l´équerre et le compas” (Bandera negra, escuadra y compás), del Hermano Léo Campion, masón anarquista, anarquista masón del Gran Oriente de Francia:

He escuchado muchas veces, sobre todo en ocasiones solemnes, afirmar la vocación libertaria de la Francmasonería.

El artículo primero de la Constitución del Gran Oriente de Francia dice: La Francmasonería, institución esencialmente filantrópica, filosófica y progresiva, tiene por objeto la búsqueda de la verdad, el estudio de la moral y la práctica de la solidaridad; trabaja por la mejora material y moral, por el perfeccionamiento intelectual y social de la humanidad. Tiene por principios la tolerancia mutua, el respeto a los otros y a uno mismo, la libertad absoluta de conciencia. Considerando que las concepciones metafísicas son del dominio exclusivo de la apreciación individual de sus miembros, rechaza toda afirmación dogmática. Tiene como divisa: Libertad, Igualdad, Fraternidad.

¿Qué libertario no suscribiría esto? ¿Qué contradicción se podría encontrar aquí con la anarquía? Tanto para los anarquistas como para los francmasones, el denominador común es el hombre. Ambos, anarquismo y masonería, se basan en una moral del comportamiento del hombre. Ambos tienden a la universalidad. Ambos asocian, complementaria y armoniosamente, el individuo a lo social.

El hermano Francisco Ferrer escribió: la demencia de quienes no comprenden la anarquía proviene, precisamente, de su impotencia a la hora de concebir una sociedad razonable. Esto se podría decir de la Francmasonería, que es una sociedad eminentemente razonable.

Es, efectivamente, uno de esos raros grupos, si no el único entre las sociedades de pensamiento, al que un hombre libre se puede adherir sin abdicar de nada, porque su adhesión no es un enrolamiento, no implica ninguna obligación incompatible con su ideal, porque la Francmasonería no anula su libertad, no atenta contra su independencia, no disminuye en nada sus convicciones.

Sus métodos tan particulares de trabajo, la serenidad de sus tenidas, sus tradiciones y ritos libremente aceptados, sus símbolos libremente interpretados, una total libertad de expresión en la tolerancia y la fraternidad, un proceso iniciático excepcional de perfeccionamiento y emancipación de los individuos en sus diversidades, el Masón libre en la Logia libre, hacen que un anarquista esté en Masonería como pez en el agua.

Porque el anarquista es un hombre libre. Ahora bien, hay que ser un hombre libre para aceptar (no sufrir) una disciplina. Pues no hay más disciplina válida que aquella a la que uno se somete libre y espontáneamente. Sea en una colectividad libertaria o en una logia masónica.

No hay que confundir organización y autoridad. En una reunión anarquista hay un presidente (de la sesión). Y un grupo anarquista tiene un secretario y un tesorero.

Un taller masónico está presidido por un Venerable Maestro, asistido por los Oficiales de la Logia (en Masonería, un Oficial es un Hermano que realiza un Oficio. Lo que nada tiene que ver con un oficial en el ejército, que es un militar con graduación).

Se podría continuar durante mucho tiempo con paralelismos y analogías entre masonería y anarquismo. Incluso con sus insuficiencias, con sus debilidades comunes o con sus imperfecciones. Idealizar subjetivamente sería, en efecto, estúpido.

Ni los masones ni los anarquistas son perfectos. Porque la masonería es una sociedad humana y porque los anarquistas son hombres. Ni siquiera todos los religiosos son unos santos. Hay imbéciles y canallas en todos los ámbitos”.

Más sobre anarquismo y masonería en el blog, aquí.


Archivado en: democracia, Francmasonería, Gran Oriente de Francia Tagged: anarquismo y masonería, Léo Campion La vocación libertaria de la Francmasonería


Volver a la Portada de Logo Paperblog