“Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, ve y vende lo que posees y da a los pobres, y tendrás tesoro en los cielos; y ven, sígueme. Pero al oír el joven estas palabras, se fue triste, porque era dueño de muchos bienes.”
Que impactante este pasaje, este joven se acerca con tanta energía y pasión a Jesús, pero termina alejándose triste cuando se revela lo que verdaderamente hay en su corazón, aunque segun él tenia toda la intención de seguir a Jesús y hacer las cosas “como Dios manda”, a la hora de la verdad él estaba dispuesto a hacer todo lo que Dios dijera, siempre y cuando coincidiera con su propia agenda.
Así nos puede pasar en muchas ocasiones, queremos hacer la voluntad de Dios, decimos que queremos hacer únicamente lo que Él diga, pero en cuanto descubrimos algo en la escritura que no nos conviene, le damos vueltas, decimos que eso ya no aplica o simplemente lo ignoramos.
Muchos quieren hacer la voluntad de Dios, hasta que hacer la voluntad de Dios les cuesta algo que quieren, y así paso con este joven, quiso hacer la voluntad de Dios, pero en cuanto se le pidió algo que iba más allá de simplemente cumplir con una serie de requisitos, cuando se le pidió entregar su tesoro, ahí este joven no quiso avanzar más.
Así lo he visto con muchos jóvenes, que tienen ganas de hacer la voluntad de Dios, hasta que llega alguien que les mueve el piso y todas sus palabras, sus compromisos con Dios, simplemente se los lleva el tiempo, se enfrían en su relación con Dios y se alejan tristemente, porque tienen muchas “riquezas”.
Que triste que muchas veces Jesús no sea nuestro mayor tesoro y nos dejemos deslumbrar por cosas efímeras, pasajeras y no por aquel que permanece para siempre.
Padre, ayúdanos a valorar el gran tesoro que tu eres, a hacer tu voluntad, no con aquello que nos queda fácil hacer porque coincide con nuestra propia agenda, pero enséñanos a hacer tu voluntad aún cuando ella vaya en contra de nuestra agenda, en contra de nuestros planes y de nuestra opinión.
-Inspirado en el devocional Tiempo con Dios del 22 de Febrero de 2016, Mateo 19:13-22