“Me siento como si estuviera poseída, abro la nevera y empiezo a comer como si no hubiera forma de parar, lloro, recuerdo palabras, o añoro las que quisiera escuchar, me odio, la comida me atormenta, pero no puedo parar”
A veces duele el darte cuenta que las cosas no son como tu deseas, analizas tu vida y solo encuentras vacíos. Algunos se refugian en drogas, sexo o en el azar. La comida puede ser más inofensiva. Y sin darte cuenta estas envuelta en la voracidad de cada bocado, simbolizando quizá sin querer lo que haces con tu vida o lo que quisieras hacer con ella.
Pero basta ya. No es posible seguir así, es el momento de dejar de callar, romper el silencio usando tu voz y no tu cuerpo o la dieta, darle voz a tu necesidad y empezar a buscar la salida a una vida llena de luz, donde ni la comida, ni las parejas ni otra cosa que hasta hoy habían sido tus escapes sean los protagonistas.
Si se puede ser feliz. Si se puede cambiar, si hay salida óptima, solo atrévete a salir de este laberinto, sin culparte, busca ayuda.
Despierta.