Revista Educación

La voz de la experiencia

Por Violetaosorior
Hace unos días en una reunión de amigos surgió el tema: el colegio o mejor, el sistema escolar, aparecieron apreciaciones desde la mirada de aquellos que fuimos, las aventuras y desventuras en la escuela y también el análisis que ahora adultos hacemos sobre estas experiencias  y el sistema escolar en general. Un pequeño paréntesis para contextualizar un poco, en esta familia estamos planteándonos seriamente educar a Kyara en casa, con todo lo que ese planteamiento significa… dudas, convicciones, inquietudes, proyectos; con lo cuál este es un poco mí tema en este momento.
Volviendo a la historia, cosa curiosa, mientras estuvimos en ese terreno estábamos todos de acuerdo: el colegio fue una mala experiencia, donde fuimos coartados y una larga lista de etcéteras, sin embargo a la pregunta de ¿y qué alternativas han pensado para sus hijos? La respuesta fue: “XXXX ya está matriculada en…”, “para MMMMM estamos viendo si en tal colegio o en tal otro”, “GGGG se levanta cada día diciendo que no quiere ir, jajaja”. Parecía que estuviera hablando con personas distintas; la crítica, el sabor amargo de la experiencia desapareció y en su lugar ya estaba instalado el “así lo hicieron conmigo” y “así funciona la vida” ¡Ahhhh! Me perdí.
Con calma, no creo que toooodos tengamos que plantearnos educar en casa, faltaba más, como tampoco todos tiene que amantar, ni criar en brazos, ni colechar... esas son decisiones que cada familia debe tomar, pero por favor qué sean elecciones responsables no solo seguir la corriente! Realmente me sorprende la discrepancia que se produce entre las vivencias personales y aquello que pensamos a la hora de llevarlo al terreno de la paternidad, digo yo, si odiaste el colegio, si el sistema escolar te parece que es malo, muy, muy malo, lo mínimo no sería preguntarte por alternativas? aunque luego no las tomes, pero por lo menos buscarlas, cuestionarse el como fuimos criados y educados. Y además, si fuera solo con este tema, vaya y pase, pero yo he visto actitudes de este tipo muy frecuentemente, solo para mencionar algunos tópicos: las promesas incumplidas, los castigos, la violencia física y verbal, la falta de atención y presencia, el maltrato, la humillación, amenazas, manipulaciones…
No digo, ni siquiera pienso que haya que ser perfectos,  ya se que la coherencia 100% no existe, de hecho muchas, muchísimas veces nos encontraremos (me encontraré y me he encontrado) repitiendo y andando el camino conocido aunque cuando estuvimos del otro lado nos hizo daño, pero ¿cómo puede ser posible que hagamos pasar a nuestros hijos (los seres más amados), sin siquiera cuestionarnos, por aquellas experiencias que nos marcaron con dolor y angustia? ¿No merecen a caso que por lo menos soñemos con un destino distinto para ellos?
Parece que con la maternidad/paternidad se produjera una ruptura profunda que silenciara y nos desconectara de la vivencia como hijos, como niños. Hay paradigmas incluso que se hacen incuestionables aunque nuestra experiencia haya sido traumática. Tenemos tanto miedo a equivocarnos (nada nuevo, somos la sociedad del miedo) y hay tanta presión social, tanta competencia en el terreno de la paternidad (el mío ya hace, el mío ya dice, a los 3 años, 3 meses y 3 días los niños ya tienen que...) y nos han enseñado tan poco a pensar y cuestionarnos, que preferimos estrangular al niño que fuimos y al padre/madre que hoy siente y cree desde el corazón para seguir lo que dicta la corriente, amoldándonos y sobre todo amoldando a nuestros hijos a lo que se espera de ellos, a lo deseable y mostrable, que no es otra cosa que ser obedientes, eficientes, adaptables, predecibles, funcionales. Con tristeza tengo que decir, que he encontrado con asombro que la paternidad es el ámbito más conservador que tenemos, he visto como varios contracorriente renuncian sin dudarlo cuando pisan este terreno. Es el espacio donde parece que más nos aferramos a lo conocido, a lo que otros dicen, a cómo ya se ha hecho y así perpetuamos generaciones donde la violencia, la competitividad, la exclusión y el vacío existencial son rasgos predominantes.
En vez de tomar la oportunidad que nuestros hijos nos traen  para cuestionarnos las construcciones que hemos hecho, las creencias que nos sostiene, los adultos que somos y el mundo en el que vivimos. En vez de asumir el riesgo y el reto de sumergirnos en el terremoto y dejar que la vida se abra paso para crearla y no solo repetirla; preferimos silenciar e invisibilizar a nuestros hijos y con ellos a nuestro instinto e historia y así atentamos contra dos vidas (la suya y la nuestra) y contra todo una sociedad posible.
No quiero decir con esto que crea que existan padres "buenos" o "malos" en función de las decisiones que toman, el error para mi, el grave error son las decisiones automáticas, las del miedo a vivir y cuestionarse. Más que por una "forma" de crianza, abogo por una crianza responsable y conciente, donde las decisiones sean tomadas desde lugares reflexivos, desde un cuestionamiento profundo y permanente del mundo que nos rodea y aquel que buscamos construir, desde la escucha en aquello que vivimos y sobre todo con la escucha, la mirada y el corazón puestos en nuestros hijos.
Un paréntesis más… tal vez al final llegue y lleguemos a la conclusión de escolarizar a Kyara, porque no estamos en condiciones de hacer los cambios que una educación en casa implicarían, tal vez, pero nuestro compromiso con ella es que será una decisión conciente y responsable, asumiendo los contras que vemos en ello, porque eso será lo que nos permitirá equilibrar y contener. Y la verdad por amor y respeto a Kyara espero tener el valor de cuestionarlo todo, sobre todo a mi.

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