José Perojo
Traductor y editor de las obras de Darwin, José del Perojo impulsó junto a Manuel Zavala Nuevo Mundo (1894-1933, Madrid), que junto a Blanco y Negro revolucionó el modelo de las revistas ilustradas sustituyendo grabados por fotografías. Entre sus colaboradores encontramos a Miguel de Unamuno, Ramiro de Maeztu o Mariano de Cavia, entre otros. Desde 1900, la publicación se acompañaba de un suplemento dominical bautizado Por esos Mundos, que se acabó independizando en 1906 como revista mensual. Cuando Perojo falleció, se produjo una escisión que acabaría dando origen a la revista Mundo Gráfico (1911-1938).
"Los primeros pobladores de la Tierra", ilustración a toda página y color de La Esfera (4/12/1926)
En 1913, Zavala fundó junto al maquetista y luego director de Nuevo Mundo, Francisco Verdugo Landi, el grupo Prensa Gráfica, donde el siguiente año lanzaron La Esfera (1914-1931), con un lujoso formato, cuidada edición y excelentes ilustraciones, lo que la convertía forzosamente en un producto caro. A Maeztu o Unamuno se sumaron en esta revista Jacinto Benavente, Emilia Pardo Bazán, Ramón Pérez de Ayala, José Francos Rodríguez o el dibujante de historietas Salvador Bartolozzi, entre muchos otros. Prensa Gráfica se hizo con Por esos Mundos en 1913, con Nuevo Mundo en 1915 y también adquiriría Mundo Gráfico, acaparando el mercado como principal rival de Prensa Española (ABC, Gente Menuda, Blanco y Negro). Pero al acabar la Guerra, sus oficinas y fondos fueron incautados por la Falange.
Nuevo Mundo (1911)
Por lo que se refiere a la labor de difusión paleontológica de las revistas del grupo, hemos encontrado dinosaurios en las entregas de la revista Nuevo Mundo del 2 de noviembre de 1911, ilustrada con las estatuas de Pallemberg para el zoo de Hamburgo; el 1 de junio de 1928, sobre los fondos del Museo de Ciencias Naturales; o el 2 de diciembre de 1932, en torno al “Amphibious Dinosaurus Brontosaurus” de Messmore & Damon, a quienes no acreditan. En “El Microscopio y los átomos”, publicado el 1 de septiembre de 1901 en Por esos mundos, se dice que “el ictiosaurio veía con unos ojos que no tenían menos de treinta centímetros de diámetro. La enorme potencia visual de tan hermosos ojos les habilitaría para distinguir miríadas sin cuento de estrellas que nosotros, infelices mortales, podemos ver sólo con costosísimos telescopios. Sin embargo, el ictiosaurio antediluviano no se daría cuenta de ello y las bellezas naturales se reducirían para él a poder disponer de mayores o menores medios para asegurarse el alimento”; este artículo fue reeditado el 2 de agosto de 1902 en el balear Sóller. El 31 de marzo de 1900, el diario dio noticia del descubrimiento de un gran brontosaurio en Wyoming.
Esqueletos de trachodontes y reconstrucción de cómo debieron ser estos "pies gordos" en vida
En una reseña de septiembre de 1910 sobre la adquisición de un par de trachodontes por el Museo Americano de Historia Natural, que seguro os arrojará a todos bastante luz en materia de cladística: “Como es sabido, los dinosaurios, son esos reptiles fósiles, de tamaño gigantesco, conocidos también científicamente, con el nombre de paquidópodos, cuyos cuatro órdenes de saurópodos, estegosaurios, ornitópodos y terópodos, nos hablan con penetrante elocuencia de las primeras épocas del planeta”.
De manera que la genuina denominación de los lagartos terribles debe ser “Paquidópodos” [1], del griego παχύς, “grueso” y πούς “pie”, por lo que debiéramos referirnos a ellos en lugar de como “Lagartos terribles” como “Pies gordos”, lo que sin duda resulta mucho menos glamuroso. El número de septiembre de 1911 contiene un extenso artículo (7 paginas) titulado “Un jardín zoológico antediluviano”, con muchas de las estatuas de Pallenberg, entre las que encontramos esta “Familia de Rhinoceros Sauriana”. Y el 1 de febrero de 1915 otro sobre “El reptil gigante de Wyoming” (Diplodocus).
El número del 17 de septiembre de 1913 de Mundo Gráfico presentó al diplodócido Gigantosaurus africanus en “Un monstruo de los templos antediluvianos”. En la entrega de su serie El mundo en broma del 20 de diciembre de 1933, “Ballenas y elefantes”, concluye que las primeras están abocadas a la extinción y “acaso el esqueleto de la última irá, dentro de algunos años, a un museo, a figurar junto al esqueleto del prehistórico diplodocus.” Y el 19 de septiembre de 1934 publica “¿Monstruos prehistóricos que andan por el mundo?" habla del algunas leyendas de la criptozoología (acompaña ilustración del esqueleto de un plesiosaurio).
Húmero de Gigantosaurio (Mundo Gráfico, 1913)
Por último, en La Esfera hemos encontrado varios artículos de sabor mesozoico. El 30 de marzo de 1918 publica el artículo de Ángel Cabrera “Un museo por dentro. Lo que el público ignora del de Ciencias Naturales”, incluyendo esta fotografía (de Cámara) de Diplodocus carnegiei.
En el especulativo artículo del 29 de julio de 1922 “Los continentes perdidos. La Lemuria y la Atlántida” encontramos una mención al dragón “que en la realidad era tal vez un dinosaurio” [2]. El 12 de enero de 1924 se publica “Un nido de reptiles de hace diez millones de años” y el día 19 le sigue “El probable emplazamiento del Edén”, acerca de los descubrimientos de Roy Chapman Andrews en los Montes Altai.
Gigantosaurio (izda.) y Diplodocus (dcha.), por Alice B. Woodward (La Esfera, 21/02/1925)
El 17 de mayo, N. Martín Bayle presenta “Leyden: El Museo de Historia Natural”, donde “Está el gigantesco y absurdo diplodocus antediluviano, en la reproducción regalada por Morgan”. El 30 de agosto de 1924, en “La evolución de un museo”, Ángel Cabrera exhorta al Gobierno español sobre el Diplodocus de Carnegie: “¿Cuándo habrá un ministro que se decida a dar una pequeña prueba de monarquismo sacando este ejemplar del húmedo sótano en que se halla, para que luzca bajo la gran cúpula central del edificio?”. El 21 de febrero de 1925 podemos leer “Buscando dinosaurios en África”, sobre las excavaciones alemanas en Tendaguru. El 30 de mayo “Un grabado de hace doce millones de años” nos habla del petroglifo de Havasupai que comentamos en el capítulo anterior.
Explotando becarias en Colorado (foto: Cámara)
El 23 de enero de 1926, publica “Ejemplos que merecen ser imitados”, donde se alaba a las alumnas del Colorado College que sirven desinteresadamente de guías paleontológicas en el Museo de Colorado Springs (temprano ejemplo de explotación de becarios); el 23 de octubre, “Un dinosaurio de hace treinta millones de años”, presenta el hallazgo de restos de anquilosaurio, a los que se refieren simplemente como “dinosaurio de especie poco conocida”.
La impresionante armadura de Anquilosaurio (La Esfera, 23/10/1926)
El 13 de noviembre “Una mañana en el Museo de Historia Natural” de Julio Romano, con especial parada ante el Diplodocus de Carnegie; y el 4 de diciembre, “Los precursores de los mamíferos en la Tierra” resume un par de artículos de A. Smith Woodwark sobre los dinosaurios para The Illustrated London News. El 30 de abril de 1927, la revista presenta al dragón de Komodo como un descendiente directo de los dinosaurios. Finalmente, el 21/04/1928 dedicó un articulo al plesiosaurio de Warwickshire, del que ya hemos hablado anteriormente.
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[1] Pachypoda, denominación en la clasificación de Mayer, previa a la introducción del orden Dinosauria por Owen.[2] Para ahondar en el tema: Bates, R. (2007) All About Chinese Dragons, China History Press; o Goud, Ch. (1886). Mythical Monsters, W.H. Allen & Co.