Los medios informativos comienzan a divulgar pequeñas noticias sobre la vuelta de españoles que emigraron al comenzar la crisis económica, a partir de 2008, aunque pocos señalan que llegan más preparados y productivos que cuando marcharon.
No son los poco capacitados emigrantes del siglo XX, sino personas que se fueron preparadas ya para trabajos especializados, lo que les facilitó elegir su futuro.
Según datos del INE, de los 2,4 millones de ciudadanos españoles que viven ahora en el extranjero, solo 794.209, un 33%, son nativos. El 67% restante, 1,6 millones, son extranjeros nacionalizados.
Por lo que el porcentaje de emigrantes nacidos en España es del 1,8 % de la población, aunque según la ONU el porcentaje es del 2,7%.
Siguiendo la cifra de la ONU, España es el país europeo con menor emigración: Portugal tiene un 22,3% de su población, Irlanda 18,8%
Los más ricos: Alemania 5%, Reino Unido 7,6%, Finlandia 5,4%, Suecia 3,4%, Noruega 3,7%, Dinamarca 4,4%, Italia 4,9%, Francia 3,3%, Holanda 5,8%, Bélgica 4,7%...
Ahora preguntémosle a los millares de científicos que volvieron a España desde mediados de 1990 hasta la crisis de 2008 si su salida fue buena o mala. Algunos se fueron nuevamente con esa crisis, pero cuanto comprueben la recuperación volverán en tromba.
El retorno anterior propició que España, que no era generadora de importantes publicaciones científicas, sea ahora puntera aún con el último éxodo de investigadores.
El regreso de Mariano Barbacid y tantos otros en épocas de vacas gordas cambió la ciencia española, y ya no hubo vuelta atrás pese a la insensata reducción presupuestaria en investigación y el desconcertante mantenimiento del parasitismo universitario, con innumerables facultades de materias inútiles.
Emigrar es duro pero, como el entrenamiento de los atletas, hace campeones.
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SALAS