¿Piensas que es mejor no mostrar tus puntos débiles o que vean tu vulnerabilidad, o que la vulnerabilidad es sinónimo de debilidad?
Si es así, presta atención a esta nueva perspectiva:
Primero, ¿qué entiendo yo por vulnerabilidad?
Vulnerabilidad es el acto de mostrarse a uno mismo, de enseñar quien soy. Y lo hacemos compartiendo lo que pensamos, o lo que sentimos.
Ahora bien, hay una creencia bastante común que nos lleva a pensar que si mostramos quien somos le estamos dando munición a la otra persona para que use en nuestra contra y por lo tanto nos estamos exponiendo a que nos hagan daño, nos critiquen, nos ridiculicen o se rían de nosotros, y estarás conmigo, en que si se puede evitar ¡mejor!
De ahí que elijamos mostrarnos tal y como somos sólo en situaciones muy concretas y con un puñado muy reducido de personas en las que confiamos, y por lo tanto, con las que nos sentimos seguros, y con el resto lo que hacemos es esconderlo.
Y aunque parece de sentido común esconder algo como forma de protección, es precisamente el hecho de crear una barrera alrededor de mí mismo, ¡para que nadie pueda llegar a mi!, lo que nos debilita y despierta nuestra inseguridad.
¿Por qué?
Porque al crear la barrera necesito inventar una nueva imagen de mi y ¡mantenerla!
Y ¿qué imagen elegimos? Aquella que creemos que va a ser la más adecuada para que nos acepten y piensen “bien” de nosotros. Y esta es la trampa, porque andamos siempre cuestionando cómo tengo que ser en vez de simplemente SER quien soy y dudando de si lo que hago o digo es lo adecuado.
Enseñar mi vulnerabilidad, quien soy, nos fortalece de la siguiente forma:
– Crece nuestra autoestima.
Darme permiso para ser, o el simple hecho de valorar lo que hay en mí, ya me fortalece. Cuando me doy permiso me estoy diciendo “tú importas”. Cuando me valoro o reconozco algo de mi ser alimento la autoestima.
– Gano en confianza y seguridad.
Cuando enseño quien soy se desvanece toda duda de cómo me tengo que comportar, qué tengo que decir y qué no. Ya que en lo que me enfoco es en escuchar lo que pienso y siento y en elegir si lo comparto o no, pero no basándome en si es adecuado, sino en si me va a ayudar a conseguir lo que quiero.
– Mejoran mis relaciones.
Cuando en una relación comparto desde la vulnerabilidad, estoy poniendo confianza en mí, partiendo de que voy a estar bien, y se crea un espacio donde la otra persona también se siente segura para abrirse y mostrarse tal y como es.
Es precisamente cuando enseño la parte más humana cuando la otra persona se puede identificar conmigo. Todos los seres humanos sentimos, soñamos y tenemos miedos, es lo que nos une y lo que nos perite sentirnos más cerca unos de otros.
– Ganamos en influencia.
Cuando soy coherente entre lo que siento, pienso y lo que digo, cuando soy transparente, esta coherencia es percibida, al igual que la confianza que se necesita para hacerlo. Esta percepción ocurre a un nivel subconsciente, y el mensaje que llega al consciente es: “esta persona es de fiar”, y por lo tanto, todo lo que digas tendrá mucha más influencia y tendrá más peso.
Para ganar en influencia no hace falta hablar con palabras convincentes, lo único que se necesita es hablar desde el corazón.
Si todavía estas pensando, “¿y si me abro, soy transparente y lo usan en mi contra?”
Entonces, yo lo único que puedo añadir es que des gracias por haberte enterado de qué personas es mejor que no tengas cerca.
¡Disfruta de ser tu mismo!
¡¡Disfruta de tu vulnerabilidad!!
Recuerda que eres luz, así que sal ahí fuera y ¡¡brilla!!
Un abrazo enorme,
Mónica
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