La Yuxtaposición del Bocadillo…por César del Campo de Acuña
Ronin de Frank Miller
Frank Miller es unos de esos autores incapaces de dejar indiferentes a los lectores. Tan genial como errático, despierta amores y odios a partes iguales aunque, por norma general, el discurso de la crítica especializada ante su obra es uniformemente favorable. Personalmente soy uno de esos aficionados al comic que quiere que le guste su trabajo pero que termina confundido, decepcionado y hasta aburrido tras leer algunos de sus tebeos más famosos y reconocidos. Entiéndanme, la primera vez que me enfrente a Miller fue en su brillante etapa en Daredevil y gracias a aquella historia de caída, recuperación y redención quede fascinado con el talento del guionista/ dibujante y de manera equivocada me indujo a pensar que el resto de sus publicaciones tendrían el mismo nivel de excelencia.
Cuando volví a leer comics, comencé a buscar historias significativas de autores que me gustaran y entre ellas se encontraba Ronin de Frank Miller. Influenciado por lo visto en Daredevil, pensé que me toparía con algo similar ambientado en el Japón feudal, ya que a fin de cuentas una de las grandes influencias del Miller para con su memorable etapa en Daredevil fue el manga el Lobo solitario y su cachorro de Kazuo Koike y Goseki Kojima. Desafortunadamente me encontré con una historia ambientada en un universo cyberpunk, de narrativa confusa y dibujo apresurado que por momentos es genial y en otros es una amalgama de formas y figuras despanzurradas sobre paginas de algo que obviamente el autor quiere hacer sin consideración alguna por el lector y la editorial que se lo publico (en este caso DC Comis, editorial que probablemente le dio luz verde para hacer lo que le viniera en gana gracias a el éxito de Miller con El hombre sin miedo).
Puede que no este autorizado a hablar con el mismo criterio sobre el mundo del comic que las personas que se dedican a ello profesionalmente, y puede que lo que ahora escribo sea tomado por muchos como una herejía pero a mi Ronin no me gusto. Creo que Miller vende humo a DC en 1984 gracias al éxito de su etapa en Daredevil y la editorial compra un concepto que sobre el papel resulta imponente pero que en la práctica se convierte en un tebeo farragoso en el que buscas y esperas lo que el autor se digna a dar en las primeras paginas para obtener finalmente una historia en un universo distópico en el que los personajes representan el crisol de clichés de este concepto de la ficción. Miller se disfraza de autor con la potestad que le dio (daba) su éxito y se olvida descaradamente de todos aquellos que le encumbraron a la cima invirtiendo en sus historias, para facturar un relato que en algunos momentos puntuales es brillante pero que en ningún momento deja de ser una historia de venganza con ínfulas de obra de arte.
Eso si, por su personal presentación grafica narrativa la crítica no pierde momento en alabar Ronin y aunque hay que reconocer a Miller el merito de cómo plasmo su obra por su significativa diferencia y por como con el uso de pequeños gestos visuales es capaz de mostrar más emociones que un dibujo a toda pagina, el arte resulta poco atractivo y confuso a ojos del lector de comics menos avezado. Añadan que estas criticas favorables hacia esta obra en concreto hacen daño a la industria ya que los editores o los que la estudian tratando de sacar subtexto de debajo de cada bocadillo parecen estar buscando una justificación a su afición por el noveno arte mientras gritan a viva voz en una plaza atiborrada de gente: “los cómics pueden parecer ser para niños pero…”
Ronin para mi es una representación de la arrogancia de Frank Miller. Es una obra correcta, sobrevalorada hasta la nausea que ha encontrado a sus principales valedores entre aquellos que se quedan antes con el nombre del autor que con la historia. Personalmente creo que hubiera resultado un relato mucho más placentero, aun con el particular arte de Miller, si hubiera dejado aparcado el concepto Cyberpunk y hubiera abrazado una occidentalización de una clásica historia de samuráis. Pero claro Miller es Don Erre que Erre y no hay quien le saque de su salsa distópica una vez se vio a si mismo convertido en un artista.
Es bastante probable que me equivoque o que no entendiera este comic, pero supongo que las expectativas que tenía (independientemente de lo leído/visto en Daredevil) puestas en este titulo truncaron cualquier posibilidad de disfrutarlo sin sentirme defraudado. A nivel personal Ronin se ha convertido en un clavo más en la tapa del ataúd de mis deseos de volver a leer algo de Miller.
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