Mañana de recados. Cívicamente, aparco en zona azul y corro a sacar el tíquet al chismito de la esquina. Distancia: 50 metros. Dificultad: media (hay un cruce con paso de peatones en la esquina, por supuesto, con poca visibilidad). La prueba:
Diviso en la lejanía de los cincuenta metros que nos separa a la amable señorita encargada de controlar los papelitos de la zona azul. Contemplo con horror que me mira, al mismo tiempo que empieza a tomar los datos de la matrícula de mi coche. Se mantiene la distancia de los cincuenta metros, pero sube la dificultad, con viento en contra. Negre (yo) coge a Niña Pequeña, cruza el paso de peatones y entona un rítmico sonido onomatopéyico.
- ¡Eh! ¿Pero no ve que estoy ahí enfrente sacando el tíquet?
- Claro, pero no lo tiene en el interior del vehículo.
- Claro, porque el papelito dichoso no sale solo.
Me mira de medio lado con sonrisa aviesa.
- Y, por cierto, el coche del final de la calle tiene un tiquet de estacionamiento de hace seis días -le informo-. ¿A ese no le multa? Igual es que es el suyo.
Me mira de nuevo, esta vez de soslayo, y sale andando en dirección contraria.
No miento. Cojo a Niña Pequeña de la mano. Distancia: 100 metros. Dificultad: muy baja (todo acera). Foto al coche con tíquet atrasado:
Compare, estimado lector, la diferencia entre ambos tíquets. Yo, por si acaso, he guardado el mío. No hay nada como la zona azul para motivar al populacho a hacer deporte e ir andando a todos lados...
Qué políticos españoles. Qué país...