Algo no va bien... El fondo y la forma no encajan, y eso que hay muchas personas interesadas en ello, pero nada de nada. Por un lado, la innovación, la tecnología, los cambios, las reformas, la web 2.0, las redes, los avances, la disrupción, el conocimiento, la inteligencia colectiva y mucho más. Por otro, la realidad, los grupos de presión, la distribución de poder, la inercia, las zonas de confort, la fuerza de los hechos, la excesiva politización de la gestión, los enchufes, el "sálvese quien pueda", la venta de humo, etc.Nos tropezamos con iniciativas como Catalyst (del NEJM), una plataforma de difusión de ideas, casos y experiencias sobre innovación, o leemos la revista de innovación que edita el BMJ, o incluso conocemos la experiencia de las webs de experiencias como el Observatorio de Innovación en Gestión de Catsalut (muy al estilo de Saludinnova) o de la Incubadora de Ideas del Clínico de Madrid, y empezamos a entenderlo todo, o a no entender nada. Y es que, por mucho que los profesionales se muevan, innoven, propongan, aprendan, crezcan y opinen, mientras el conocimiento viva en mundo de jerarquía, la innovación se quedará sin aire.Hay profesionales con ganas de cambiar, incluso hay directivos o políticos que saben perfectamente que hay que variar el rumbo de la gestión sanitaria, pero las resistencias del día a día pueden con todo... Vamos a citar algunas:
- Profesionales que se apuntan a eso de innovar con el único objetivo de ir a un congreso, publicar un artículo y fin de la innovación.
- Ideas "modernas" más centradas en lo innovador que en la evidencia (apps sin evaluación o que no sirven para nada).
- Gestores y políticos que no pasan del proyecto piloto por miedo a que extender una idea que no proviene de los grupos habituales (y que seguramente no apoyarían).
- Estructuras gremiales empeñadas en perpetuarse en el poder sin escuchar a los profesionales (el reciente ejemplo del Colegio de Enfermería de Madrid es muy paradigmático).
- Pensar que el Estado del Bienestar empieza por el propio bienestar.
- Vestir todo de "innovación" porque es la moda, sabiendo que muchas veces es lo de siempre pero con otro apellido.
- Directivos sin visión de futuro, centrados en apagar fuegos sin más. O peor aún, directivos que creen que el buen directivo es el que no sale en prensa.
- Medios de comunicación con una ética periodística poco ética.
- Promover el conocimiento egoísta: primero yo y los míos y después ya veremos. Precisamente en una época en la que compartir es el eje de cualquier mejora.
Hay experimentos que nos hacen tener ilusión, como si de repente un servicio de salud decide lanzar una Escuela de Radicales Sanitarios (al estilo NHS). El problema es que promover espacios de debate e innovación sin que los de arriba tiren, apoyen, permitan y, en su caso, aporten medios, no conduce a nada. Un plan estratégico que nadie se cree no sirve de mucho, hacer cursos de innovación por el mero hecho de tener un diploma no genera cambio, y tener una unidad de innovación sin un respaldo claro solo sirve para borrar la ilusión de los más entusiastas.¿Qué falta? Actitud entre los que mandan, y algo de ilusión entre los profesionales. Actitud en los directivos para cambiar la forma de pensar y adaptarse a los nuevos tiempos, sin miedo a lo desconocido, sin miedo a aprender, sin miedo a perder el protagonismo. Ilusión en los profesionales para que no siempre sean los mismos, para que el que intenta colaborar y mejorar no sea tachado de friki, o peor aún, de pelota.Nadie dijo que fuera fácil. Quizás haya que transformar la zona de confort en una zona de alcanfor, y así repeler las polillas...