Revista Cultura y Ocio
"No me era extraño el resplandor del relámpago; no me era extraño el rayo. Con una experiencia envidiable en ambas cosas, no me era extraño el aguacero: el aguacero y luego el sol y el arcoíris."
No miento si digo que abrí este libro en la propia librería para saber qué hacer con él. Y tampoco si reconozco haberme enamorado de un par de frases tan hermosas para lo que ya sabía sería un camino difícil durante la lectura. Aún así, me lo tuve que llevar. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La Zona de Interés.
La novela se articula en torno a tres personajes: por un lado tenemos a Rhomsen, "Golo", sobrino de uno de los altos cargos situados junto a Hitler. burócrata intermedio, mujeriego y obsesionado con la mujer del comendante del campo Hannah. Conocemos también a Paul Doll, comandante del campo encargado de supervisar la llegada de "evacuados" y sus destinos en Auschwitz. Amargado y satírico hasta lo excesivo con algún momento de sinceridad. La última voz es la de Szmul, un miembro de Sonderkommando, cuya labor se relaciona directamente con la eliminación de cuerpos, en lo que fue una de las tareas más horripilantes de cuantas le pudieran a uno encomendar en un lugar ya de por si de pesadilla.
No es, ni con mucho, la primera novela que se escribe sobre el Holocausto. Ni siquiera es la primera novela que escribe el autor sobre el tema. Y tal vez, o precisamente por eso, ha de razonarse en este tipo de libros el motivo por el cual merece la pena elegir este título frente a los cientos que se ocupan del tema. Muy fácil, diría Amis: sin tratarlo. Desviar la atención de los muertos, del horror, del infierno, y hablar de quienes lo orquestan, de los agobiados funcionarios que han de cuadrar sus cifras. Que, al igual que le sucede a uno de los personajes, tu atención se centre en los trajes grises, que cubren a personas grises, que a su vez ocultan a los monstruos no nombrados que trabajan imponiendo reglamentos y números a una de las mayores barbaries de nuestra historia. Y luego, lo rodeas todo de un permanente hedor, como si fuera un pueblo cubierto por una niebla que jamás se va. Obligas al lector a ser consciente de ese hedor y podredumbe que acompañan a la muerte y a una de las fábricas de muerte más grandes de la historia. Y mientras lo haces le cuentas incluso una historia de amor, le haces un par de bromas sutiles, cargadas de sátira hasta el punto de ser flechas envenenadas, y vas dejando que el veneno actúe... que vaya recorriendo las venas de quien se ha atrevido a coger la historia esperando simplemente provocación.
Personajes creíbles, sin una pizca de compasión pueblan las páginas de esta novela en la que el mejor es el peor y posiblemente también suceda lo contrario. El mejor construido, la peor persona; el que parezca mejor, incluso a ratos humano, el que menos alma tiene (que no el menos elaborado). Se convierte así esta, en una historia de contrapuntos a grandes ratos, una novela capaz de sacarnos la sonrisa en lo peor y que no permite jamás que olvidemos el lugar en el que estamos. Llegamos conociendo el horror humano, pero nos enseña también los mónstruos que jamás se mancharon las manos y que parecían ajenos a lo que su trabajo significaba.
La Zona de Interés es una historia que se carga de detalles para crear esa atmósfera irrespirable que debió de existir en ese lugar. Desde las nada sutiles descripciones ambientales, hasta el recurrente rechazo de Amis a nombrar a Hitler, refiriéndose a él con epítetos hasta llegar a un magnífico epílogo en el que despliega documentación y obsesiones, para terminar nombrándolo encajado entre comillas, como si fuera una celda de seguridad de la que no pudiera escaparse y tocarnos.
"Hasta ahora su nombre no ha aparecido en ningún momento en esta obra, pero es hora ya de que teclee las palabras "Adolf Hitler". En cierto modo, así, escoltado por las comillas, parece más manejable."
Una novela estupenda sobre un lugar monstruoso, sobre monstruos que saben que son monstruos, otros que se ocultan y alguno que ni siquiera parece querer ver que lo es. Porque yo supongo que todos ellos lo sabían. Y también un poquito de amor.
En mi caso el Holocausto es un tema recurrente entre mis lecturas. Y vosotros, ¿hay algún tema, lugar o momento histórico que se repita con asiduidad entre vuestras elecciones?
Gracias