Revista Cultura y Ocio

Laberinto de Manuel Hernández, con pórtico de José Antonio Parra

Publicado el 09 julio 2024 por Nerysantosgomez

¿Puede el corazón de un poeta albergar un laberinto?
Siempre he pensado que los cuentos, las poesías, las esculturas, las pinturas, el teatro y todas las manifestaciones de arte en general tienen la peculiaridad de poder terminarse y encontrar su finalidad solo cuando el receptor, sea espectador, lector u observador de la obra, le encuentra un sentido propio, la define, la interpreta y la absorbe. Las obras de arte son un portal de comunicación permanente que buscan su interlocutor para establecer una conversación, muchas veces silenciosa. Influyen en este intercambio nuestros sentires personales, que se mezclan con las intenciones y creaciones del autor.
Esto es lo que me ha pasado al leer el poemario del poeta venezolano Manuel Hernández. Con tan solo una lectura, muchas de sus líneas líricas se han quedado conmigo y afloran cuando menos me lo espero. Un ejemplo de esto es su poema llamado “Paranoia, demencia y humo”. Caminaba por Chicago cuando una neblina súbita fue cubriendo varios rascacielos hasta hacerlos desaparecer de la vista. Entonces su poema cobró completo sentido. La madre que repite: “De cómo ha sido el humo”… Me mostró, en su aturdido entendimiento, cómo comienzan a cubrirse los “edificios” donde habita su ser.
Algo que me pareció novedoso y espectacular en el poemario es el código QR que puedes escanear con el teléfono y que contiene canciones para acompañar la lectura.
Hay muchos puntos en común entre Manuel y mi persona. Ambos somos venezolanos, ambos somos hijos de cubanos (en mi caso, mi padre), ambos emigramos hace mucho más de veinte años a Florida y, lo que más concierne al tema, ambos amamos la poesía. ¿Será por esto que me es tan fácil moverme entre sus líneas y vibrar con ellas? “Ávila”” Guacamayas”… son títulos que nos hablan a los venezolanos. Sin embargo, no hay que serlo; solo hace falta ser un ciudadano del mundo con sensibilidad para encontrar sentido a los arbolitos plásticos y las flores de mentira en el poema llamado “Fake”. O encontrar la frase perfecta entre las páginas del laberinto:
“La fe comenzó justo donde la razón cayó exhausta”.
Los poemas de Hernández inician conversaciones privadas con el ser, abren la puerta y te convidan. Son poemas que te prestan la punta del ovillo de Ariadna para reafirmarte mientras recorres los pasillos unas veces empedrados, otras veces de verde pasto. Un espacio abierto delante del palacio de Cnosos. Una pista que te revela dónde puede estar escondido tu minotauro. Manuel Hernández nos entrega un laberinto de palabras en el que tienes la oportunidad de que, como Dédalo o Teseo, puedas salir con vida y aún más despierto.
Y sí, un poeta puede tener un corazón que albergue un laberinto. El de Manuel Hernández lo tiene y en estas páginas lo entrega.
————-

Enlace al libro: https://amzn.to/4eRz5kD

Laberinto de Manuel Hernández, con pórtico de José Antonio Parra
Laberinto de Manuel Hernández, con pórtico de José Antonio Parra

Volver a la Portada de Logo Paperblog