La Catedral de San Martino en Lucca es una de las joyas del románico italiano. Nos fijamos en dos cosas modestas entre tanta magnificencia: el pseudo-laberinto de la derecha, junto al campanille, y las representaciones de los meses y el zodiaco del frontal, a ambos lados del portal.
Los laberintos son objetos de interés topológico que han sido estudiados y clasificados por matemáticos, y especialmente tratados por los divulgadores y los autores de pasatiempos. La inscripción latina que acompaña al “laberinto” de Lucca le enlaza falsamente con los mitológicos: Este es el laberinto que edificó el cretense Dédalo, del que nadie que se halle dentro podrá salir, salvo Teseo gracias al hilo de Ariadna.
La realidad es que no es estrictamente un laberinto sino un ingenioso retorcimiento de un único camino que convertiría un kilómetro en cuarenta. Recorrerlo solo requiere paciencia y voluntad, no hay caminos sin salida, es unívoco, solo hay que adentrarse y seguir. Es preciso recorrer 11 coronas circulares antes de alcanzar el centro: calculando obtenemos cómo se multiplica la distancia a recorrer.
La presencia en la iglesia, que forma parte de la ruta franciscana, mostraría una sencilla moraleja: solo con perseverancia (¡y no desfalleciendo!) se consiguen las metas.
Las iglesias románicas suelen mostrar el calendario de las labores en la rural sociedad medieval. En este caso se ponen de manifiesto también los signos del zodiaco que vinculan las tareas agrícolas con la astronomía rudimentaria.