Primero establecimos una de las cuerdas como el camino principal, el que nos llevaba hasta el minotauro. Luego, por turnos, cada uno colocaba una cuerda por donde quería simulando ser otro de los caminos del laberinto. Algunos se "atrevieron" a adentrarse en el laberinto, pero la seño les cambió algunos y se perdían, ya que en eso consisten, ¿no?.Por parejas, que eligieron ellos mismos, les pedí que crearan su propio laberinto del minotauro. Las normas eran que ambos tenían que participar y colaborar en su elaboración, debían consultar al compañero y opinar antes de tomar la iniciativa y por supuesto, respetarlo.
Podían elegir el lugar de la clase que querían para pensar y dibujar juntos.
Casi todos terminaron en la alfombra.
Un minotauro por aquí, un camino por allá... ¡ perfecto !.
-Yo que tú pondría un camino por aquí para que pueda salir Teseo.
- ¡Espera, espera....! falta la "sangre", mucha "sangre"... ya hemos acabado
con el dichoso "torito".
- El nuestro ya está listo, de ahí no sale ni el minotauro.
Cada cual en su tarea, eso sí, compartiendo una misma tarea con un igual, algo difícil en estas edades pero que
tenemos que practicar más a menudo.
Que voy a decir de los laberintos, juzgar por vosotros mismos.
Caminos imposibles, minotauros terroríficos, héroes y princesas...
Lo importante de esta actividad no ha sido el resultado sino el proceso.
Cada vez trabajan más a gusto juntos, comparten y se divierten.