Revista Creaciones

Labor de oro viejo

Por Ripu77
“Aquel revolver de las ovejas junto al paredón, el hambre y la luz del mediodía me parecía que podrían prolongarse infinitamente mientras mi madre no dejase de darle vueltas al hilo” (Rosa Chacel 1951, Atardecer en Extremadura).
Recurrente es en mis lecturas encontrar a tejedoras. No son buscadas, aparecen al azar en mis páginas. Mujeres que tejen, observadores que siguen el hilo, que cuentan las vueltas. Siempre son momentos de recuerdos, de paz, de retener la luz que entra por la ventana. Esa luz que apunta directa a la labor, a la dirección del hilo que no cesa para terminar lo que se empezó y sigue vuelta tras vuelta.

Este último cuento que leí de Chacel hablaba de la técnica frivolité. ¡Ya en 1951! Y pensar que tanta gente cree que es una moda nueva. Curioso como el protagonista pasa dos páginas absorto en la laboriosa tarea de su madre creando la puntilla. Moviendo la lanzadera, siguiendo unos vaivenes para ella evidentes, para él magia pura. Ese es el secreto de la tejedora ante el resto de mortales, el asombro que genera el baile de sus manos. Cómo las agujas van tramando el tejido poco a poco.Cuento este, incluido en el conjunto de relatos Sobre el Piélago, duro donde los haya. Estremecedor, sobrecogedor, angustiante podría decir. El detalle de la labor inicial marca el punto de partida de un episodio trágico en la vida del muchacho. Cómo podemos, en cuestión de horas, cambiar el rumbo de nuestro destino. Añadir recuerdos al álbum de nuestra vida que distan años luz de las vueltas del hilo en la puntilla. Labor de oro viejo
Así pasó con este hilo de oro. Una madeja de Air Luxe dorada de Katia que cuchicheó en mis agujas durante unas semanas, como diría Chacel. La lana dibujó de nuevo el Vandycke Stitch, convertido ya en mi patrón predilecto. Sorprendente cómo pasada tras pasada va creciendo ese rombo medio enmarcado, medio no. Metros y metros, contenidos en un solo ovillo de 50gr, se deslizaron por mis agujas para crear este cuello infinito. 300 metros de oro, que sí que sí, de oro puro.

Labor de oro viejoUn hilo complicado de destejer, por ello recomiendo no equivocarse o asumir el error. Como diría Leonardo Da Vincien el error está la exclusividad, todos somos humanos. Así que sí, si hubo alguno ahí quedó, tras comprobar el peligro. Recordad que el patrón tiene vuelta de trabajo y vuelta tranquila del revés, por lo tanto ágil y agradable.Como resultado, tras decenas de pasadas, esta malla de oro viejo. El color me parece espectacular, como una joya creada por mis agujas. Tiene un tacto suave y las fotos no le hacen justicia. Como veis fue la primera sesión de Vic, quien no quiso perderse la pasión del objetivo. Y ahí la tenéis toda señora sobre la pieza, digna conquistadora ella. Labor de oro viejoLabor para una servidora. Porque de vez en cuando también satisface que la creación no abandone del hogar. Que se quede y una por la mañana cuando elije qué labor la acompaña, pueda sonreír y decirse: que hoy venga el oro viejo a ver el mundoLabor de oro viejo

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