“¿Perdona? Es que tu propia estupidez te callaba la boca”
La infancia… Que dulce etapa. Todos los niños piensan que los sueños que tienen se harán realidad como en las películas americanas, donde los protagonistas dejan atrás su etapa de pardillos y perdedores, para convertirse en una persona llena de éxito, fama, dinero, belleza… Y otros atributos por el estilo. Sin embargo lo que ellos no saben es que todo aquello es un cuento barato, del día a la noche se dan cuenta que ni el dinero es para siempre ni que lo que deseas te lo dan en una bandeja de plata. Para conseguir lo que deseas tienes que trabajar duro, perseguir tus metas, hacerlas tuyas y sobre todo creer en ti aunque llegue un momento en que te quedes solo frente al peligro.
Las personas que se enteran de que soy licenciada en Bellas Artes suelen tener dos reacciones, una de ellas es la típica: “que bonito debe ser todo aquello, yo no sería capaz de hacerlo, los que lo hacen deben de tener algo porque no todo el mundo tiene el don.” La segunda reacción es: “ya sabes que con esa carrera difícil es que encuentres trabajo, al menos que no tengas una galería, te hagas profesor, decano… O tengas padrino.” Y luego están los que rematan la faena con un: “mi hijo conoce a fulanita de tal que ha estudiado eso y no encuentra trabajo” Y con el tiempo acabas por darte cuenta que decir que tienes esa carrera da la impresión de que no tienes carrera, las personas no valoran directamente a la persona que ha estudiado todo aquello, a pesar de que se trate de una licenciatura de 5 años. El arte siempre se ha atribuido a los tontos de la clase, a los pocos listos, a los que no pueden cursar ni letras ni ciencias… A aquellos que se encuentran perdidos directamente. Y siempre tengo la sensación de que tengo que demostrar algo a los demás, tengo que demostrar todo lo que valgo.
Sin embargo hoy en día hay abogados y médicos conduciendo un taxi por las calles, los ingenieros buscan trabajo como dependientes, los periodistas siguen buscando como otros tanto trabajo y un largo etcétera más. Bien es cierto que no soy abogada ni tampoco psicóloga, aunque si yo hubiera querido podría haber hecho periodismo o esta última carrera pero tuve la suerte de contar con unos padres que siempre han respetado cada una de las decisiones que he ido tomando, y nunca se han impuesto con su palabra. Puede que no me haya pasado horas en la biblioteca estudiando, pero me he pasado noches sin pegar ojo terminando cuadros, dibujando figurines, bocetos en poliespán, o diseños en el ordenador.
Puede que mi trabajo actual no sea una maravilla pero al menos tengo trabajo que otras personas no pueden tenerlo, puede que no trabaje de lo mío pero no tiro la toalla ni abandono mi carrera. La gente piensa que si soy diseñadora gráfica si hago exposiciones es como no hacer algo de mi carrera, y se equivocan porque no solamente soy diseñadora sino que soy artista visual.
Con el tiempo te acabas acostumbrando pero creo que llega un momento en que hay que callar bocas, mejor dicho cerrarlas. Porque trabaje donde trabajo no soy mas lista o menos lista, una vez alguien me dijo que si quería conseguir la atracción de un chico no le dijera donde trabajo. No contesté en ese mismo momento, pero tendría que haberle dicho que no es una deshonrra aquello, que además de eso hago otras muchas cosas y que si esa persona se basa simplemente en el trabajo es que ni merece la pena darle una oportunidad para que te conozca. Porque solamente lo único que puede atraerle es la parte monetaria.
Toda licenciatura es una carrera, y eso es mucho más de los que otras personas que no tienen estudios de ese tipo y han hecho módulos pueden llegar a tener. Yo respeto a esas personas, pero no a los que se las dan de reyes y son solamente unos peones en esta tabla de ajedrez que es la vida de hoy en día.
Podría decir mucho más, pero francamente no merece la pena.
No tengo más que decir.