Dado el interés que tiene divulgar este tipo de información, os reproduzco aquí el artículo que escribí para el de la revista online Madre Tierra.
Tiene un montón de artículos interesantes, así que os recomiendo que nos os los perdáis. Sin más, os dejo mi artículo que se titula
Lactancia durante el embarazo:
si quieres, puedes
Al hablar de la lactancia en el ser humano, muchas veces hemos de retrotraernos a tiempos pretéritos de la especie para ofrecer una perspectiva evolutiva y con un acento más antropológico que meramente cultural sobre esta dimensión de la alimentación y nutrición humana. Este punto de vista nos permite abstraernos de lo que creemos que sabemos sobre la lactancia para remontarnos a los orígenes de la humanidad y del amamantamiento como solución evolutiva para garantizar la supervivencia de la especie.
Parece una obviedad, pero también son múltiples las ocasiones en las que, al hablar de la lactancia, hay que recordar que los seres humanos pertenecemos a la clase de los mamíferos, que se caracterizan precisamente porque las hembras están equipadas con glándulas mamarias para alimentar a sus hijos después de su nacimiento.
Alimento emocional
Una vez establecida la "normalidad" de la lactancia, es decir, su posición como estándar en la alimentación del ser humano (en lugar de calificarla como el manido y subjetivo "lo mejor"), es importante también analizar su papel en la afectividad. En la naturaleza, el cóctel hormonal que acompaña al posparto y a la lactancia es una garantía para que la madre siga invirtiendo tiempo y recursos en la crianza de sus hijos en lugar de dedicarse a otras funciones que serían más importantes desde el punto de vista de su individualidad.
En la especie humana, este cóctel hormonal no solo juega el mismo papel que en el resto de mamíferos potenciando el comportamiento maternal y el enamoramiento mutuo entre madre e hijo, sino que se convierte en cimientos y ladrillos del vínculo materno-filial. La lactancia se convierte en mucho más que en un alimento físico y se convierte también en nutrición afectiva, que llena de cariño, autoestima y amor al niño amamantado.
Planificación familiar
La lactancia, por otro lado, juega un papel importante en la "planificación familiar" ya que una madre que amamanta a su hijo suele sufrir amenorrea normalmente durante los seis primeros meses de lactancia materna exclusiva, aunque se puede prolongar durante más tiempo. Esta amenorrea o desaparición de la regla funciona a modo de anticonceptivo natural, garantizando que la madre seguirá invirtiendo en su hijo lactante todos sus recursos sin un nuevo embarazo que podría comprometer las posibilidades de supervivencia del primer retoño.
Así pues, parece que desde un punto de vista biológico, embarazo y lactancia no son momentos compatibles, ya que no parecen diseñados para convivir en el tiempo. Y, probablemente, de esta "incompatibilidad" vengan muchos mitos y creencias populares que proscriben la lactancia durante el embarazo. Y es que, en épocas en las que la supervivencia de los adultos era difícil ya de por sí, era fundamental que la madre invirtiera todos sus recursos en la gestación manteniendo su salud y la del futuro bebé sin mermas energéticas innecesarias.
Cambio de circunstancias
Pero, héteme aquí, que gracias al bienestar del que disfruta hoy en día la mujer en la sociedad occidental, ya no es necesario tomar decisiones en el filo de la navaja para salvaguardar la salud de la madre y del futuro hijo. Las madres que gestan tienen cantidad de recursos alimentarios a su disposición, abundantes y de calidad, y una supervisión médica cercana que suele ser fuente de confianza y tranquilidad.
Así las cosas, son cada vez más las mujeres que se han ido planteando la necesidad de destetar a un hijo mayor durante el siguiente embarazo, poniendo en duda los mitos y las creencias tantos sociales como de los profesionales sanitarios. Sobre todo, porque la mujer que se siente poderosa y capaz gracias a una lactancia con éxito, ya no duda de la capacidad de su cuerpo para afrontar con sobradas garantías la lactancia de un bebé ya más mayorcito (normalmente el embarazo se suele producir después de los seis meses de lactancia materna exclusiva por el efecto anticonceptivo de esta) y la gestación de otro bebé en el útero.
La mujer que decide seguir amamantando mientras gesta, también suele ser muy consciente de las necesidades de su hijo mayor y a la hora de tomar la decisión suele valorar, sobre todo, el factor emocional y afectivo más que el nutricional. Y es que una madre que ha conseguido lactar a su bebé durante más de seis meses, uno o dos años, superando la cantidad de mitos, desinformación y presión social hacia el destete lo hace, sobre todo, siguiendo su instinto y el de su hijo.
Así pues, si quieres amamantar durante tu embarazo puedes hacerlo sin mayor problema. La mayoría de los inconvenientes sociales y médicos que se ponen hoy en día a la lactancia durante la gestación están basados más en prejuicios y creencias personales que en evidencias científicas, ya que no hay ningún estudio serio que demuestre que la lactancia materna es perjudicial durante el embarazo, ni para el feto, ni para la madre, ni para el bebé que lacta. Tampoco es cierto que pueda producir partos prematuros o amenazas de aborto, así como otros aspectos que revisaremos posteriormente.
Si eres madre, estás amamantando y te quedas embarazada de nuevo, no debes dejar la lactancia si no quieres. Aunque lo cierto es que la decisión de amamantar o no durante el embarazo es única y personal de cada mujer y cada familia. Tan buena es la decisión de seguir lactando como la de destetar, siempre que se haga teniendo en cuenta los propios deseos y manejando información válida y actualizada al respecto.
Consejos generales
A la hora de mantener la lactancia durante el embarazo, la madre gestante no necesita seguir ninguna norma ni consejo más allá de los que dicta el sentido común. Y es que una mujer que ha amamantado durante meses, tiene sobrada experiencia en lactancia como para afrontar los distintos hitos del camino y sabrá ir encontrando las posturas más cómodas para amamantar embarazada o las estrategias de negociación con su hijo en caso de desear acortar las tomas. Aún así, todas las madres se pueden beneficiar de la asistencia a un grupo de lactancia en el que compartir experiencias o inquietudes al respecto.
Además, la madre que lacta durante el embaraza ya ha vivido, al menos, una gestación previa por lo que el estado de gravidez no le supone tampoco una situación desconocida.
Quizá la única recomendación general que hacen los investigadores en la materia es poner más cuidado en la alimentación, eligiendo alimentos que no solo aporten calorías, sino también vitaminas, proteínas, minerales y el resto de nutrientes que se obtienen a través de una dieta variada y equilibrada. Siega-Riz y Adair* (1993) descubrieron que las mujeres lactantes ganaban menos peso durante el embarazo que las madres no lactantes. Los autores recomendaron, por tanto, que las madres consumieran más energía y nutrientes para cubrir las demandas del embarazo y la lactancia.
Mitos infundados
Aunque hoy en día son cada vez más madres las que demuestran con sus actos que lactancia y embarazo son perfectamente compatibles, lo cierto es que todavía perviven muchos mitos y creencias que proscriben y condenan la lactancia durante el embarazo basándose en miedos infundados... incluso entre los profesionales sanitarios.
Quizá uno de los miedos más comunes es que la succión de la lactancia y la oxitocina que libera produzcan un aborto o un parto prematuro.
No hay evidencia científica de que amamantar durante el embarazo aumente las probabilidades de sufrir abortos o partos prematuros. Es cierto que la lactancia produce una liberación de oxitocina en el cuerpo de la madre (al igual que otros procesos fisiológicos normales, como el orgasmo femenino), pero también es cierto que la respuesta del útero a la presencia de oxitocina en el organismo evoluciona con el progreso del embarazo.
Así, en el principio de la gestación apenas hay receptores de oxitocina en el útero, mientras que estos se multiplican exponencialmente a medida que progresa el tercer trimestre del embarazo y se disparan cuando comienza el proceso del parto. Puedes comprobarlo en las siguientes referencias bibliográficas:
"A las 32 semanas de gestación la concentración de receptores para oxitocina en el útero es 100 veces mayor que la encontrada en la mujer no embarazada y en el momento del trabajo de parto aumenta a 300 veces"
(Obstetricia moderna).
"La capacidad de respuesta miometrial a la oxitocina empieza a las 20 semanas, aumenta de modo uniforme hasta las 30, y después se acelera hasta una capacidad de respuesta máxima durante el trabajo de parto a término. Se cree que la sensibilidad aumentada de la oxitocina depende del incremento de la concentración de receptores para esta hormona en el miometrio y las deciduas, y de las formaciones de uniones de intervalo miometriales. La concentración de dichos receptores es baja a las 13 a 17 semanas y aumenta 12 veces hacia el término. Luego del inicio del trabajo de parto, la concentración de receptores es máxima. El incremento de la concentración receptores para oxitocina, que median la sensibilidad local a oxitocina tanto administrada como exógeno, explicaría la respuesta uterina aumentada a la oxitocina es mínima hasta que se induce una cantidad sustancial de receptores, y se establece el marco bioquímico para la contractilidad uterina."
("Uso de oxitocina en la sala de labor y parto", Tesis doctoral de María Eugenia Amaya Hernández)
La succión del niño mayor sí que puede producir contracciones, pero en varios estudios al respecto las madres que lactaron embarazadas o bien no experimentaron contracciones al amamantar o bien constataron que estas cedían espontáneamente tan pronto como cesaba la succión. En conclusión, se podría establecer que, al igual que sucede con las de Braxton-Hicks, las contracciones de amamantamiento se producen sin interrumpir la gestación.
Otros mitos y creencias indican que mantener la lactancia durante el embarazo puede ser perjudicial para el bebé mayor (la leche ya no es buena, está podrida, le hace daño) o para el bebé que se está gestando.
Está científicamente demostrado** que el solapamiento de embarazo y lactancia no afecta negativamente al desarrollo fetal. Sea cual sea el coste, este repercute en la madre, aunque no parece que dicho coste sea excesivamente alto.
En un estudio realizado por asesoras de Alba Lactancia Materna no hubo diferencias significativas entre ambos embarazos (lactando y sin lactar) en las cifras de hemoglobina de la madre. Es decir que las madres no sufrieron anemia de forma más acusada por el hecho de amamantar. Tampoco hubo diferencias significativas en la media de ganancia de peso de las madres durante el embarazo.
Por otro lado, una investigación de Moscona y Moore*** se basó en el estudio de 57 mujeres que no destetaron a sus hijos al enterarse de su embarazo. El 43% de los niños mantuvieron la lactancia durante los nueve meses de embarazo y continuaron, en tándem, con la llegada del recién nacido. Los bebés que nacieron de estos embarazos fueron sanos y de un tamaño adecuado a su edad gestacional.
Contra viento y marea
El estudio de Alba Lactancia Materna sobre la lactancia durante el embarazo y en tándem puso de manifiesto que el 55,5% de los ginecólogos y comadronas mostraron una actitud negativa al enterarse de que la madre mantenía la lactancia durante el embarazo. Esta práctica tampoco es popular entre los pediatras, que mostraron rechazo en el 70,3% de las ocasiones. Así pues, y a pesar de la falta de evidencia científica que los avale, otro de los retos a superar durante la lactancia en tándem es la oposición y desaprobación por parte de los profesionales sanitarios.
Esta es la razón por la que un gran número de madres esconden a su ginecólogo/matrona y pediatra el hecho de estar amamantando durante el embarazo o en tándem, ya que no se sienten capacitadas para afrontar la presión negativa que pueden llegar a ejercer los profesionales sanitarios en estas situaciones.
En cualquier caso, si tu ginecólogo/matrona/pediatra se muestra contrario a que continúes amamantando durante tu embarazo, puedes solicitarle que te muestre los estudios o la "evidencia científica" que avala los supuestos perjuicios de la lactancia durante el embarazo, invitándole así a evaluar que parte de sus opiniones se basan en la evidencia y qué parte responde solo a ideas preconcebidas y prejuicios.
Querer es poder
Hay mucha más literatura y muchos más prejuicios en torno a la lactancia durante el embarazo que los que aquí se revisan. Pero estos que hemos analizado son quizás algunos de los más utilizados para denostar esta práctica. Siguiendo con la línea inicial de este artículo y profundizando en el "si quieres, puedes", las madres que deseen amamantar durante su embarazo encontrarán apoyo para superar otros hitos de esta situación, sobre todo derivados de la influencia de las hormonas del embarazo en la producción láctea, tanto en los grupos de apoyo a la lactancia como en otras fuentes de información.
Las madres que decidan interrumpir su lactancia durante el embarazo después de leer estas líneas tendrán la seguridad de haberlo hecho por razones propias y personales, tan individuales como válidas, con la confianza y la seguridad de que no han tomado la decisión empujadas por presiones externas basadas en prejuicios infundados y mitos ya superados.
Referencias
*Siega-Riz A, Adair L.: Biological determinants of pregnancy weight gain in a Filipino population.
**Merchant, Martorell y Hass: Maternal and fetal responses to the stresses of lactation concurrent with pregnancy and of short recuperative intervals
***Moscone S, Moore, MJ: Breastfeeding during pregnancy.
PD. Hoy es mi cumpleaños, así que si habéis leído hasta aquí, aprovechad y me dejáis una felicitación en los comentarios.
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