Concha de Alba, neonatóloga e IBCLC entre otras muchas cosas, participó también como ponente en el V Simposio Internacional de Lactancia Materna de La Liga de la Leche de Euskadi. He tenido la suerte de escucharla hablar en unas cuantas ocasiones y siempre da gusto escucharla expresarse con esas naturalidad y esa pasión de todo lo que implica la introducción y difusión de un paradigma completamente diferente en las unidades de cuidados intensivos neonatales.
Hitos como la obtención del certificado IHAN en el hospital 12 de Octubre o la instauración de los cuidados NIDCAP o que este hospital cuente con una consulta de lactancia materna son pequeñas muestras de todo el trabajo que hay detrás por parte del equipo humano del que ella forma parte.
Su exposición se centró en dilucidar si la lactancia materna a demanda en las unidades de cuidados intensivos neonatales es un mito o puede convertirse en realidad. Y para ello, no hizo una exposición al uso sino que contó una historia: la de la evolución de la política de la UCIN del 12 de Octubre.
Parte I: Ser o no ser
De Alba empezó su cuento, como todos deben empezar, con el protocolario "Erasé una vez". Pero en lugar de hablar de sapos y princesas o de sastrecillos y guisantes, ella habló de un hospital. Un hospital lleno de buenos profesionales, con ganas de ofrecer calidad asistencial basada en la evidencia científica, que empezaron a preocuparse al darse cuenta de que en su maternidad había muchos niños que no lactaban.
Para debatir el problema se creó un comité, que decidió trabajar con una herramienta más eficaz que cualquier hechizo mágico: los 10 pasos de la IHAN. Y es que estaban convencidos, porque la evidencia científica así lo demostraba, de que no había ninguna otra intervención o actuación que pudieran llevar a cabo que tuviera un mayor efecto en la prevención de la enfermedad. Ni tan siquiera las vacunas.
Pero tenían que tener cuidado de no cuadricular demasiado todas estas actuaciones, ya que la lactancia materna no es simplemente una técnica o un protocolo, sino muchísimo más: una experiencia llena de vida y amor, que se toma gota a gota y piel con piel. Es única e irrepetible y tiene impacto tanto sobre el desarrollo del bebé como sobre la vida de la madre.
Parte II: Viviendo la crisis
Érase una vez un hospital con una puerta abierta; aunque a ratitos. En la unidad al principio la puerta estaba solo medio abierta porque había todavía personas que se resistían a invitar a las madres a ir a cualquier hora, del día o de la noche. Quizá, narró Concha de Alba, el problema era que les daba verguenza que les pudieran encontrar charlando en el pasillo o echados en un sofá. Hubiera resultado vergonzoso que todos estúvieramos charlando o durmiendo, pero no era así. Y el hecho de ir asumiendo la normalidad y naturalidad de todo ello fue la clave para poder tener la puerta abierta las 24 horas del día. Todo ello, de la mano de la certificación como centro NIDCAP, adecuando los estímulos a las necesidades de los prematuros e invirtiendo en la tecnología punta para el cuidado de prematuros: los cuidados madre canguro.
La evidencia científica, esa gran hada madrina de los grandes logros hospitalarios, dictaba, además, que era beneficioso que las madres estuvieran asesoradas durante el ingreso de su bebé en la UCI por personas con experiencia, que jugaran el papel de promotoras expertas, colaboradoras, educadoras, facilitadoras, investigadora y consultoras en cuanto a políticas institucionales.
El papel de la asesora es esperar, cuidar, entender, dotar a la madre de autonomía, cuidarla con competencia gracias a la formación continuada, mantener la confidencialidad con la madre atendiendo a su situación de vulnerabilidad. Las madres no solo necesitan información, sino también gestos, caricias, apoyo en la distancia y silencio, porque todo ello contribuye a que se sientan acompañadas y queridas.
III parte: ¿Principio o fin?
El final de la historia que relató De Alba no es un final, sino un principio: Érase una ez un hospital con una puerta abierta, no solo físicamente, sino en el corazón de muchos profesionales, para coseguir en un futuro un inicio mejor para todos los bebés que allí nacían.
Y es que el impacto de todas las acciones implantadas se ha podido costatar y medir en la mejora de los resultados de lactancia, la disminución de los costes, el aumento de la satisfacción de los padres, un posicionamiento de liderazgo de la institución en su sector y una mejora en los programas y
políticas de lactancia.
Esta entrada está dedicada a Elena y a Nico, que han podido disfrutar del final feliz de esta historia como telón de fondo para el principio de la suya.