Superar la frustración (si es que eso se llega a superar algún día) de que tu bebé rechace tu pezón, que no succione, que llore sin parar, que te dé patadas, y sentir que lo estás forzando a hacer algo que no quiere hacer, es de los peores sentimientos que he vivido como madre.
La lactancia de Daniel fue mixta porque ya desde su ingreso en neonatología lo alimentaron con leche de fórmula y eran pocas las ocasiones en las que yo le podía dar el pecho. Tengo que decir que durante sus dos primeros meses conseguí que algunas tomas del día las hiciera con ayuda de la pezonera, pero eran tomas tensas para ambos, donde se caía más leche de la que él tragaba. Según iban pasando los días, eran más las tomas de leche de fórmula con biberó que las tomas de leche materna. Hacia los tres meses ya apenas se cogía al pecho, rechazaba totalmente la pezonera y podíamos estar quince minutos de reloj intentando que se agarrase al pezón. Entonces tomé la decisión de no ponérmelo más al pecho. Era absurdo insistir en algo que Daniel no quería y ocasionarle tal irritación. Así que me entregué cien por cien a la extracción con sacaleches. Cada vez obtenía menos cantidad de leche. Así que estuve hasta los cinco meses acumulando la leche extraída durante 24 horas y cada tarde le daba a mi bebé un biberón de "mi" leche como merienda (que le encantaba, era el biberón que mejor se tomaba).
Cuando estaba cerca de los cuatro meses, me vi muy animada a seguir con este tipo de lactancia, tuve un subidón de motivación, y me propuse llegar hasta los seis meses. Pero apenas unos días después, era tal mi agotamiento que ya no me veía con fuerzas, y entonces, cumplidos los cinco meses de Daniel, desistí y tomé una de las decisiones que más lágrimas que han hecho derramar hasta ahora: dejar de darle mi leche a mi hijo. Y no puedo evitarlo, todavía siento una punzadita cuando recuerdo aquellos tiempos, a pesar de lo duros que fueron para mí, al pensar que mi hijo no volvería a tomar mi leche.Adoro y envidio a partes iguales a las mamás que amamantan a sus bebés, no puedo evitar que mis ojos se vayan hacia esos pechos llenos y esos bebés agarrados a su pezón. Lo envidio porque yo no lo tuve. No me avergüenza decirlo: ¡Mamás que dais teta, os envidio!Sobre mi experiencia con el sacaleches podría dedicar otro post, y sobre el decidir lactar o dar biberón, otro. Así que le daré vueltas e igual me animo y os lo cuento.Ahora, contadme, ¿cómo fue vuestra lacatancia, si la hubo? ¿Disteis pecho o biberón?Un abrazo.
