Revista Diario

Lactancia y pudor

Por Belen
Lactancia y pudor Curiosamente para muchas madres estos dos términos van de la mano, lactancia y pudor. En muchos ambientes, o en muchas situaciones las madres se sienten avergonzadas por amamantar a sus bebés en público, en un restaurante, en casa de unos amigos, en el parque, o en tu propia casa si tienes visita. Sacar la teta y dar de comer a tu bebé parece que se debe hacer en privado.
Cuando yo amamanté a mi hijo me vi en situaciones embarazosas, no por mi, que no tuve ningún pudor a la hora de dar el pecho, sino por los demás. Recuerdo las miradas evasivas, la cara colorada, y la verguenza que se dejaba sentir en hombres (amigos, familia, etc) que venían a mi casa a ver a mi bebé. El ver como yo sacaba la teta les sorprendía sobremanera y les avergonzaba. Curioso, yo no me avergoncé jamás y siempre lo hice con toda la naturalidad del mundo. Yo era una madre y mi pecho el alimento de mi hijo. No encuentro nada lascivo en ello. Pero parece que otros no pensaban igual.
Mi hermana que también está amamantando a su hija hace como yo hice en su día. Sale con su bebé y donde mi sobrina pide, ella le da. Y seguimos con los mismos patrones de verguenza, caras coloradas, no saber hacia donde mirar.... Ella lo hace con toda naturalidad, ¡¡faltaría más!! , pero muchas personas se sienten cohibidas.
Precisamente me contaban hoy que se encontraron con una vecina que también ha sido madre recientemente y está dando el pecho a su hijo. Ayer la veían correr acelerada hacia su casa, con su bebé llorando desconsolado. La explicación fue esta: ella iba corriendo a su casa a amamantar a su hijo que estaba hambriento. ¿¿¿Cómo???. Su hijo lloraba de hambre, su madre tenía la teta allí mismo, pero el pudor la sobrepasó, e iba corriendo a esconderse a su casa, a su intimidad para alimentar a su bebé.
¡¡Ojo!! Me parece respetable absolutamente que una madre prefiera dar a su hijo el pecho en la intimidad, o que no la guste que la miren. Pero aunque estés en la calle te puedes cubrir, o apartar ligeramente. Cada una amamanta como quiere, desde luego. Pero no me parece una actividad vergonzosa como para esconderla hasta tal punto.
Me encanta ver a mi hermana con su hija cogida en brazos por la calle y paseando con toda la naturalidad del mundo mientras mi Princesa va mamando, con esa carita de satisfacción y de ir hartita de leche.
Desde aquí me atrevo a reivindicar la naturalidad, porque a mi me parece hermosísimo ver a una madre dar la teta a su bebé.

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