La leche es el primer alimento que ingerimos nada más nacer. Según la OMS, la lactancia materna es la manera de aportar al bebé los nutrientes necesarios para su correcto crecimiento y desarrollo posterior. Debe iniciarse a la primera hora de vida y no abandonarse hasta los 6 meses (de manera exclusiva).
A medida que vamos creciendo, vamos introduciendo nuevos alimentos con el objetivo de llevar a cabo una alimentación variada y saludable. La leche y los productos lácteos se empiezan a consumir a partir del primer año y formarán parte de nuestra dieta de por vida, ya que aportan una serie de beneficios implicados en diversas enfermedades crónicas.
Los lácteos son alimentos muy completos desde el punto de vista nutricional. Nos aportan una gran cantidad de nutrientes:
- Proteínas de alto valor biológico, lo que quiere decir que aportan todos los aminoácidos esenciales, que nuestro cuerpo necesita y no puede sintetizar. Además, el elevado contenido en el aminoácido lisina hace que estas proteínas puedan complementar las de otros alimentos, como los cereales o las legumbres, aumentando el valor biológico de la proteína de estos últimos.
- El principal y exclusivo hidrato de carbono de la leche es la lactosa. Tiene la propiedad de favorecer la absorción de calcio, principalmente cuando existe déficit de vitamina D.
- El contenido en grasa de la leche, es el más variable. La grasa láctea tiene un contenido elevado de ácidos grasos de cadena corta y media, lo que la diferencia del resto de grasas comestibles. Este tipo de ácidos grasos son fácilmente absorbibles, constituyen una fuente de energía inmediata y presentan una baja tendencia a ser almacenados en el tejido adiposo.
- En cuanto al contenido en minerales y vitaminas, el más destacable es el calcio, pero también aporta cantidades importantes de fósforo, magnesio, cinc, sodio y potasio. También contienen una cantidad importante de vitaminas como la rivoflavina, y como las liposolubles Vitamina A y D.
Beneficios de consumir lácteos
El consumo continuado y adecuado de lácteos está asociado con la prevención de varias enfermedades crónicas no transmisibles. Consumirlos de manera habitual disminuye el riesgo de padecer:
Enfermedades cardiovasculares, gracias a su contenido en vitamina D, calcio, potasio, fósforo y péptidos bioactivos, debido a las propiedades antihipertensivas que le confieren a la leche.
Diabetes Mellitus tipo II. Existe una asociación inversa entre el consumo de lácteos bajos en grasa y yogur y el riesgo de padecer dicha enfermedad.
Obesidad. Se han visto efectos positivos entre el consumo de lácteos y la ingesta de calcio sobre la composición corporal, asociándose con la mejora del mantenimiento de un peso saludable.
Osteoporosis. El calcio juega un papel fundamental en la adquisición de masa ósea. Los productos lácteos son la fuente principal de calcio en la dieta, con lo que su consumo también está indicado en la prevención de esta enfermedad.
Por último, recordar que el consumo de lácteos recomendando, en adultos, se sitúa de 2 a 3 raciones diarias.