Lactobacilos: un nombre que seguro has escuchado por todas partes en productos lácteos fermentados. En especial en el yogurt. Pero ¿por qué es bueno tenerlos en nuestro estómago? ¿En verdad nos beneficia comerlos? ¿Si comemos todos los días sin parar estos productos nos hace daño? Muchas preguntas que alguno que otro se ha planteado.
Empecemos por el nombre. Su nombre científico es Lactobacillus, que significa bacilos lácteos. Son bacterias con forma precisamente de bacilos, o bastones. Son anaerobios facultativos o microaerofílicos, esto es, pueden sobrevivir en bajas tensiones de oxígeno, pero su ambiente ideal es anaerobio. Se encontraron por primera vez en la leche, de ahí su nombre.
Lactobacillus bulgaricus son las bacterias que forman los famosos búlgaros. Estos microorganismos se han usado desde tiempos de antes de cristo para fabricar yogurt y queso. Lactobacillus delbrueckii es otra bacteria usada para fabricar yougurt. Y Lactobacillus casei son las famosas bacterias encontradas en el producto lácteo Yakult.
Pero, ahora vamos al tema. ¿Por qué nos benefician?
Empecemos diciendo que estas bacterias producen ácido láctico. Este ácido es el que ocasiona que las proteínas de la leche precipiten y ésta cuaje, lo que da origen al yogurt o al queso. Este mismo ácido lo producen en nuestro estómago, generando un ambiente ácido en el que muchas de las bacterias patógenas no pueden sobrevivir. También, está demostrado que el ácido láctico ayuda a que las personas intolerantes a la lactosa sean más tolerantes a ésta. Además, el mismo ácido ayuda a la conservación de los alimentos.
Por otro lado, los Lactobacillus pueden adherirse a la pared intestinal, evitando que las demás bacterias puedan hacerlo, limitando así su desarrollo. Es más, cuando se tiene una alta carga de bacterias patógenas en el estómago y nos da diarrea, los Lactobacillus compiten con estas bacterias por los nutrientes, ayudando a combatirlas.
Además de todo ello, algunas especies, como Lactobacillus acidophillus, producen una enzima llamada amilasa. Esta enzima ayuda a la degradación de carbohidratos, lo que presumiblemente ayuda a nuestro organismo a la absorción de nutrientes.
También hay estudios que apoyan el hecho de que algunas especies de Lactobacillus pueden ayudar a combatir las alergias o a patologías dermatológicas.
Para terminar, algunas investigaciones sustentan la teoría de que Lactobacillus casei ayuda a combatir el virus de la gripe.
Todo esto suena magnífico, porque podríamos pensar que entre más de estas bacterias ingiramos, más saludables podemos ser. Pero ya es bien sabido que todo en exceso es malo.
Estas bacterias producen productos de desecho, como el mismo ácido láctico. También producen gases y otros compuestos que, en exceso, pueden alterar el equilibrio de nuestro organismo y causarnos malestares como diarrea, gastritis y demás enfermedades intestinales.
Así que, es bueno tener en mente consumir estas bacterias, pero no en exceso.
Como podemos ver, el mundo bacteriano nos trae no solo desgracias, como una de las pandemias más grandes de la humanidad, sino también bondades y beneficios. Por eso es un mundo que merece la pena ser conocido.