A veces, es sólo un juego de palabras. Es como esas arañas que trepan las enredaderas camuflajeadas entre las hojas. No sospecharías que una mordedura ponzoñosa se oculta en la belleza de una pared verde, vibrante de vida. Pero la belleza así es, como la inteligencia, casi siempre peligrosa.
Así las veces. Así las voces. Así sus besos.
No era un ladrón cualquiera, te hacía anticipar la noche, las estelas de la penumbra en la niebla. Marcaba la osadía de los sueños y mentía, sólo para que adivinaras la verdad. Te hacía desearlo sin que lo supieras. No hubiera sido un reto de haberlo entregado por tu voluntad. El hombre jugaba con las sutilezas, te hacía odiarlo, te retaba, te obligaba a ofrecer resistencia hasta que no te quedaba alternativa.
Entonces, tras una retahíla intensa de insultos, te encontrabas a unos centímetros de su rostro, y en un instante, con sus labios. Te secuestraba al paraíso. Amarlo, durante ese beso, era inevitable. Luego llegaba el terrible después. Cuando te deshacías en la conciencia de que te había robado un beso que querías de vuelta. Y, sin importar todos los que le seguían, nunca recuperabas el primero y nunca -JAMÁS- los otros besos, sabían igual. El ladrón de besos sólo quería el primero. Ese era el trofeo importante. Alguna vez lo enfrentaron a la justicia para recuperar lo robado. Eran muchos los agraviados. Era invierno y el tribunal y la opinión pública, fascinada con él, pusieron como pretexto los labios secos como impedimento médico para regresar lo robado. Entonces las redes sociales hicieron lo suyo y se hundieron en memes obtusos como siempre lo hacen con lo irrelevante. El ladrón de besos, no sólo no tuvo que regresar el botín, sino que con todo el ruido mediático que le siguió, pavimentó sus siguientes atracos con una facilidad casi asqueante para él. La fama sería su perdición, le quitó todo el poder a su juego. Ya no era ningún reto: No robabas un beso, si te perseguían en las calles para dártelo. Irónicamente, fue la mejor manera de darle un escarmiento al ladrón de besos. Nunca más volvió a robar. Ahora tiene un taller para remendar los corazones rotos. No puede quejarse, le va bastante bien. Visita el perfil de @alasenvuelo