Revista Cine

Ladrones de poca monta

Publicado el 16 abril 2012 por Josep2010

Sacarle punta a una situación enojosa y dramática que además ha llegado a causar alarma social puede ser un buen principio, una base, para una comedia corrosiva que sin ofender pero aplicando la sabiduría de años de vitriolo cinematográfico de alguna forma consiga conectar con el patio de butacas y producir esa chispa de complicidad que alegra el ánimo por unos minutos por lo menos.
Brett Ratner debe ser un tipo afortunado, de esos que suelen encontrarse tesoros en las manos sin siquiera haberlos buscado: no es que sea un tesoro, pero la idea de Ted Griffin en torno a las relaciones entre un sujeto que vive en un enorme y privilegiado ático de un rascacielos dedicado enteramente a proporcionar lujosas viviendas a familias adineradas que puedan pagárselo y el numeroso grupo de empleados dedicados a proporcionar comodidades a todos esos habitantes, precisamente porque el potentado del ático parece haber dispuesto a su antojo del fondo de pensiones de todos esos trabajadores, como ha hecho con todos sus clientes, recordando las debacles de algunas famosas pirámides financieras con las que algunos, además de hacerse pasar por sabios economistas acaban por mostrar su verdadera faz de estafadores sin entrañas arruinando incautos de toda clase y condición.
Ése del ático con piscina particular, un tal Arthur Shaw que nos resulta muy conocido por sus maneras y desmanes, se ha pulido los fondos de pensiones de los trabajadores que dirige con mano firme y cariño Josh Kovacs y los ha dejado literal y realmente en la ruina. Josh, que se siente responsable por haber recomendado la tarea de inversión de los fondos al sinvergüenza del ático, decide hacer lo que sea para recuperar el dinero de sus compañeros de trabajo.
Y resuelve tomarse la justicia por su mano.
Y consigue convencer a cuatro pringaos más.
Y como todos son honrados y no saben robar deciden aconsejarse con quien suponen es un experto, el caco del barrio, un tal Slide
Y entre todos, van a acometer un robo, Un golpe de altura (Tower Heist, 2011)
Ladrones de poca monta
La idea básica ofrece un amplio campo en el que desarrollar argumentos interesantes y además el director de la película que nos lo va a contar, el referido Ratner, cuenta con un elenco de intérpretes que ya han demostrado su solidez en diversas ocasiones y que hacen su trabajo sin aspavientos ni necedades superfluas: con decir que Stiller y Murphy incluso se muestran contenidos ya hay una buena razón para ver la película.
Lástima que Ratner se dedique exclusivamente a rodar con cierta eficacia la trama y seguramente a rebajar el histrionismo de sus estrellas y descuide lo principal que es la trama en sí misma, porque llega un momento en que la irrealidad supera la desesperanza y la tragicomedia se convierte en parodia de acción rebajando ostensiblemente el nivel. Hay en el guión un buen trabajo a medias inexplicable cuando uno se fija y comprueba que en la reunión para aportar ideas fueron tres los llamados y luego uno de ellos y otro se ocuparon de llevarlo todo al papel, porque algunos diálogos tienen chispa, mucha más que la acción del último tercio.
El defecto capital es la falta de originalidad pero podemos obviarlo tranquilamente en esta época de refritos: que un grupito de aficionados pretenda llevar a cabo un golpe delictivo no es novedad, pero sí lo es el nexo causal entre futuros delincuentes y futura víctima en una torna de papeles que podría verse apoyada por aforismos ancestrales: Ratner filma una comedia amable que podría haberse presentado con mala uva hurgando apenas un poco más en los personajes y sus conductas echando unas gotas de ácido sulfúrico y entonces se hubiera encontrado filmando una comedia en la que quizás todos los intérpretes a su servicio hubieran tenido trabajo, porque lo cierto es que Affleck, Alda y Broderick pasan por la pantalla sin esfuerzo y sin dejar huella.
Las interrelaciones entre estafador y estafados con las fuerzas policiales presentes intentando averiguar el paradero de los millones defraudados ofrecen sin duda un terreno de juego abrupto en el que los escondites y las torceduras de tobillos -figuradamente hablando- quedarían empalidecidas por aviesos comportamientos bien razonados, pero Ratner y compañía deciden quedarse en la superficie chapoteando cuando lo interesante está a pocos metros de profundidad y sólo hay que sumergirse un poco para disfrutarlo, pero para ello hay que tener valor. Y una mente dispuesta.
En definitiva, una pieza modesta claramente poco ambiciosa que cumple con su cometido de entretener un rato sin caer en el pecado habitual de las comedias actuales, en su mayoría productos descerebrados; comparada con lo que suele poblar las actuales salas de cine, un producto aceptable: comparada con cualquier comedia clásica, incluso con alguna que otra gamberrada setentera, puede saber a poco, porque el ojo avezado y avisado sabrá percibir lo que hubiera podido ser y no es.
Tráiler

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