Por Javier Silvestre.
16 de enero. Palau Sant Jordi, Barcelona. Pasadas las 9, sobre el escenario aparece un contador con números digitales en rosa mostrando una cuenta atrás. Cuando llega a cero, Lady Gaga aparece en escena subiendo desde una trampilla y entonando “Diamond Heart”, que también abre su último álbum, “Joanne”. El momento se ha materializado. Años escuchando las canciones de esta artista, vibrando con sus melodías y producciones pop más electrizantes, emocionándome con sus baladones y sus ritmos más acústicos y, al final, llega el día en el que esa persona que te ha acompañado involuntariamente en miles de momentos está ahí delante. Una persona del otro lado del mundo está en el mismo espacio que tú para hacerte soñar despierto durante más de dos horas. Solo por eso, asistir al show ya merecía la pena.
Escribo estas líneas por egoísmo más que por contar al mundo lo increíble que fue el espectáculo, pues cuando vaya pasando el tiempo quiero tener algo que leer que me recuerde cómo fue una de las experiencias más fascinantes de mi vida. Quiero que pasen los años y tener en mi memoria el eco del Palau, la iluminación del techo, los bailes de la tropa de Gaga, los speech de la artista, las puestas en escena de las canciones, los vídeos de las transiciones. Quiero que el recuerdo me haga disfrutar de cada momento como si lo estuviera viviendo de nuevo porque jamás había ido a un concierto tan impactante.
Evidentemente nunca había ido a giras anteriores de la Mother Monster, así que no puedo comparar para saber si esta ha sido mejor, peor o si se ha mantenido en la misma línea. Lo que sí sé es que Lady Gaga hizo un trabajo impresionante, mostrándose profesional, cercana y derrochando talento. Supo conjugar la antigua Gaga con la nueva, más melódica y menos estrambótica y, aunque empezó con “Diamond Heart” y con “A-yo”, encajó a la perfección que después vinieran cortes como “Poker face”.
Sí que es cierto que “Perfect illusion”, que sonó a continuación, quedó un poco descafeinada. Incomprensiblemente Gaga recortó a la mitad la que para mí es una de sus canciones favoritas. Gustos personales aparte, es curioso que hiciera esto con el que fue el primer single de su último disco y dé más protagonismo a otros temas como “John Wayne”, que no es ni mucho menos peor, pero que es menos mediático. Con este tema, descubrimos que el escenario escupía fuego en algunos puntos y todos quedamos fascinados.
Y es que, si algo tuvo de bueno el show es que a nivel tecnológico todo era tremendamente alucinante, como las pasarelas flotantes por las que accedía a los pequeños escenarios situados en medio de la pista, que también formaban parte en otras ocasiones de las labores de iluminación. No hay que olvidar el escenario principal que, además de jugar con los efectos y las luces de manera apabullante, se caracterizaba por estar formado por varios bloques que se levantaban en forma de cubos, creando rampas, escaleras y demás, jugando así con una geometría que Gaga y sus bailarines aprovecharon de todas las maneras posibles.
Como el propio nombre de la gira ya nos hacía prever, en el concierto sonaron prácticamente todas las canciones de ‘Joanne’. Solo quedaron fuera “Sinner’s prayer”, “Hey Girl” y las contenidas en la edición deluxe. Todo fue completamente disfrutable a pesar de que un público más bien soso (sobre todo en las gradas) no contribuyera a que canciones como “Dancin’ in circles” brillaran como es debido. Por otra parte, de “A-yo” o “Joanne” sí que podemos decir que ganaron bastante en directo.
A pesar de todo, los seguidores más apegados a la antigua Gaga también encontraron un refugio entre temas más conocidos como “Telephone”, “Alejandro”, “Just dance” o “LoveGame”. Uno de los momentos álgidos, de hecho, fue la interpretación de “Paparazzi”, cuando se fingió el asesinato de la cantante a manos de uno de sus bailarines y desapareció para después volver y entonar “Angel Down”, una de sus últimas canciones.
No corrió la misma suerte el álbum “Artpop”, del que solo interpretó su primer single, “Applause”. Esta decisión no es de extrañar pues, aunque todos los álbumes de la artista me parecen geniales, sí que creo que este es el que tiene una menor cantidad de temas memorables y una mayor cantidad de canciones muy opuestas al espíritu de “Joanne”.
El que sí que gozó de un cierto privilegio fue “Born this way”. Aunque la actuación de “Schieße” y la de la canción que da nombre al disco estuvieron genial, destacaron muy por encima la puesta en escena de “Bloody Mary”, todo de rojo y con un traje del mismo color muy del estilo de la antigua Gaga y “The Edge of Glory”, la cual interpretó justo después de hablar de los atentados de Barcelona. La artista nos contó que siempre es duro vivir una situación así y mandaba ánimo a todos los ciudadanos barceloneses; además, habló de la importancia de superar, no solo esta, sino cualquier situación difícil que la vida nos ponga por delante a través de nuestra valentía y coraje. Para interpretar “The Edge of Glory” y otros temas como “Come to Mama” o “Million Reasons” se sirvió de un piano transparente cuyas cuerdas se iluminaban de neón cada vez que sus teclas correspondientes eran tocadas.
Este no fue el único tema que abordó, pues también hubo cabida para hablar de la igualdad. Después de preguntar quién pertenecía al colectivo LGTBI y quién no, sentenció que lo importante era precisamente que todo ese público tan diverso estaba junto, disfrutando de su música bajo un mismo techo y sin importar raza, género, orientación sexual u otros factores. Como su propia canción dice “we were born this way, baby”.
Pero también, como no podía ser de otro modo, nos volvió a explicar el título de su último disco. Joanne es la difunta hermana de su padre, la cual murió muy joven a causa del lupus. Nos contó que todos tenemos traumas, todos tenemos cosas que superar y que el suyo era Joanne. Se mantuvo cercana al público y nos confesó algo que pocos nos cuentan y es que lo que nos hace iguales a todos es el dolor. Por todos es sabido que Lady Gaga sufre de fibromialgia desde hace tiempo. Sin embargo, verla tan espléndida a nivel vocal y corporal nos hace darnos cuenta de que si ella puede sacar adelante un show tan exigente a pesar de la enfermedad, nosotros también podemos con las distintas adversidades.
¿Y por qué hablo tanto de todo esto si en realidad se trata de música? Pues porque creo que su speech forma parte de la esencia y de quién es Lady Gaga como artista. Creo que en su persona están integradas una voz potente y reconocible, una actitud de diva conjugada con un sentido del espectáculo estratosférico y un mensaje que transmite sinceramente detrás de todo ello. Yo, varios días después, sigo teniendo resaca musical y me siento embriagado por la emoción porque lo que presencié no solo lo disfruté a nivel visual, sino que también me conmovió.
Puede que el Joanne World Tour no sea perfecto. De hecho, yo no hubiese incluido “The Cure” justo al final entre dos temazos como “Bad Romance” (sin duda el punto álgido de todo el concierto) y “Million Reasons”, con la que se despidió al piano. Sin embargo, el conjunto fue apoteósico, sublime y maravilloso, inundado de diversión y de alegría, pero también de emoción y sentimiento cuando la ocasión lo requería. Y por todo ello sé que quiero volver a verla en concierto en una próxima gira, porque lo que viví esa noche fue una experiencia única.
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