Las imágenes difundidas a través de los medios no son, ni mucho menos, esclarecedoras, pero resultan suficientes para el escándalo. Las plataformas imposibles, la extravagancia del diseño, hasta el color del vestido, son elementos determinantes de la personalidad de una artista que nos vende transgresión en estado puro percibiendo sus honorarios en dólares de curso legal. Nada más sugerente que una dama sin vestir íntimamente, en quien se adivine, más que se ve, un piercing estratégicamente colocado. No puede ser fruto de la casualidad, sino de la causalidad, de un minucioso estudio y del impagable precio que la publicidad gratuita obtenida por el supuesto descuido obtiene la cantante. Alrededor de Lady Gaga se mueven intermediarios, gestores, publicistas y toda una suerte de profesionales que viven gracias al tirón de la mediática artista; aparecer sin bragas en los medios forma parte de un estudiado guión y no se debe a ningún tipo de descuido. Que disfruten la imagen, si quieren, claro.