Revista Asia
Uno termina el lugares que, si no fuera por algo especial, no hubiera terminado. En este caso, la galería que la marca made in pijolandia Dior tiene en Ginza, la zona por excelencia en que las señoras no te miran con cara lasciva si no vas de marca (no como en el resto de Tokyo) y llevan bolsos por valor de tu sueldo de varios meses.A mi no me interesaba en absoluto la marca (faltaria más). Mi monedero es de los de 300Y del Daiso, pero esta vez quería ver unas fotos en la galeria de Dior por lo que entré.Casi me da el susto, ya que me abrió la puerta un señor en traje y guantes. Pensé que la razón por tal trato sería por un asco a lo extranjero, pero más tarde descubrí que era debido al nivel de pijotismo y clase de esa tienda.Por dentro, todo impecable, limpio y ordenado. A pronto estuvieron de indicarme las escaleras para bajar a la zona de videos de la marca. Me enté en una butaca forrada de piel roja (que valía más que todo lo que hay en mi armario). Enfrente, una pantalla tan ancha como mi apartamento, y a un lado, unos auriculares tan caros como mi cámara de fotos secundaria.Y allí estaba ella, Lady Rouge. No se si era por la falta de contacto femenino que llevaba. Quizás era por la magia habia calado en mi interior. O porque no comía desde el día anterior. El hecho es que me quedé prendido...No quiero saber nada de esta cantante. Ni su nombre, ni el dinero que gana. Solamente me quedo con el video.