Salimos desde Antigua para Panajachel, a la orilla del espectacular lago de Atitlan, en el altiplano de Guatemala. Desde Pana, tomamos una barca hacia el otro lado del lago, y llegamos a Santiago de Atitlan, un pueblito curioso, con un mercado bastante auténtico. Allí tanto los hombres como las mujeres van vestidos con los trajes tradicionales y hablan el castellano como pueden; su lengua madre es el Quiché, que se ha mantenido a lo largo de los años resistiendo a la opresión de los colonizadores y otras plagas. Allí se rinde culto a San Simón o Maximón, una divinidad de madera a la que visten con muchas corbatas y atuendos varios; los lugareños le ofrecen todo tipo de cosas, desde tabaco hasta alcohol o pepsicolas. La gente le pide por la fertilidad de los cultivos, por la salud y otro tipo de cosas; se mezclan el quiché con algunas palabras religiosas en castellano, todo aderezado con el humo del copal, un incienso muy oloroso; resulta curioso que pidan salud para el rey de España y por todos los santos católicos, eso debieron enseñarles los que llegaron en aquella época de conquistas y asesinatos.
Yo ahora ya estoy de nuevo en San Salvador, Merche y Ana regresan mañana para acá, se han quedado un par de días más para subir al Pacaya e ir a la playa de Monterrico.
Y aquí añado un video que he encontrado por youtube con una parte del rito del maximon