"Se acomodaron los tres en la sacristía, en torno a una mesa sencilla sobre la que el cura puso la Biblia. Olía a cera, incienso, y al vino que les servía el monaguillo indígena bautizado. Era un caldo especial que el maestrescuela guardaba para sí y solo servía en ocasiones de merecer".
No juzgarás un libro por su cubierta, pero si la cubierta te gusta irás a por él. Hoy traigo a mi estantería virtual, Lágrimas de oro.
Tenemos en primer lugar a Francisco Pizarro, que se reúne con sus socios convencido del éxito que tendrá su misión y sin importarle que otros hayan fracasado en el mismo objetivo. él está seguro de llegar hasta Perú y volver con riquezas, títulos y nuevos territorios para la corona.
Allí el Inca, hijo del Dios Sol, es el encargado de velar por su pueblo. Solo que ahora teme que esos extraños llegados con vestiduras brillantes sean hijos del Dios Viracocha, esos que la profecía anunció su llegada.
Y también tenemos un robo. En la iglesia de un pequeño pueblo han robado el collar que vestía la Virgen y la teniente de la GC Rebeca será la encargada de esclarecer lo sucedido embarcándose en una trama de tráfico de arte.
Estamos ante una novela histórica que se desarrolla en distintos hilos temporales y espaciales que poco a poco van convergiendo hasta quedarnos con una novela llena de guerras, pasiones y arte. Mucho arte. Lejos de la sensación de narrativa lenta y descriptiva, lo primero que me ha sorprendido ha sido lo rápido que me terminé la novela y es que estamos ante uno de esos libros de los que la gente dice que siempre están pasando coda y que se convierten en un simple disfrute cuyas páginas vuelan. Llegué sabiendo que la historia contemporánea, con el robo, el tráfico de arte y la búsqueda, me iba a interesar pero, si os digo la verdad, terminé la novela enamorada de la parte en el que el foco de atención es, o son, los Pizarro. Me recordó aquellos años de novelas de aventuras sobre incas y mayas que parecen haber quedado en el olvido de lectores y escritores, puesto que abandonaron el tema, y que yo disfrutaba sintiéndome entre dioses terrenales y fantásticas riquezas.
La novela es extensa, no os voy a engañar, pero es cierto cuando os digo que apenas me duró tres días, y un libro entretenido es un mérito tremendo en estos tiempos de entretenimiento digital. Os podría hablar ahora de traiciones, amores y de secretos que cruzan océanos y siglos antes de ser descubiertos. Hay dioses y hay hombres grandes y pequeños, hay familias con secretos y hay señores, vasallos y casi todo lo que uno pueda imaginar en una novela de este género. Pero, sobre todo, lo que hay es mucha diversión.
Lágrimas de oro es una novela con la que me he divertido. Bien sabéis quienes soléis pasar por aquí que no es un género en el que me adentre a diario, pero novelas como la de Gil Soto me hacen buscar la siguiente. Y, a fin de cuentas, leer también se trata de eso, de descubrir.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.