Revista Política
El Presidente Barack Obama se enfrenta el martes 4 noviembre, primer martes después del primer lunes de noviembre, a las elecciones de mitad de mandato donde se renueva la totalidad de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado. Según todas las encuestas el GOP seguirá dominando la cámara baja del Congreso, pero los demócratas corren el riesgo de perder el Senado con lo que dificultaría aún más el tramo final de su presidencia. Tradicionalmente éstas elecciones inauguran el período de Lame Duck cuando el Presidente se encuentra en su segundo mandato. En política interior su capacidad de reformas o iniciativa se desinfla notablemente y los presidentes buscan perpetuar "su legado" con una audaz acción exterior. Pero los tropiezos en política exterior del presidente hacen muy difícil que Obama pueda protagonizar algún proyecto de envergadura. En política interior, Obama tiene un saldo relativamente positivo, sobre todo en lo relativo a la gestión económica. Heredó un país en recesión y, mediante una política de estímulos que provoca envidia a este lado del océano, ha llevado a Estados Unidos a la senda de la recuperación y el empleo. (un 6% de paro frente al 12% de la zona Euro). No solo eso, ha sido capaz de ir reduciendo poco a poco los estímulos, capitaneados por el relevo en la FED, sin que el crecimiento se vea resentido. Así, el sector privado, ha ido tomando las riendas de la economía para consolidar la recuperación iniciada por el sector público. No solo eso, sino que Estados Unidos está siendo pionero en la extracción de petróleo de esquisto mediante la polémica técnica de Fracking que tiene tantos defensores como detractores. Los detractores defienden, no sin fundamento, que esta técnica de extracción mediante chorros de alta presión contamina las aguas freáticas constituyendo "pan para hoy y hambre para mañana". De hecho, Washington alentó a Bruselas a buscar la independencia energética respecto a Rusia quitándole el miedo a la técnica del fracking. No obstante los recelos Comunitarios respecto a semejante técnica persisten no sin motivos. No obstante, hoy por hoy, no podemos negar que el fracking está suponiendo una auténtica revolución en la extracción de hidrocarburos que está cambiando el orden mundial. Estados Unidos ya ha adelantado a Arabia Saudí como primer país extractor de petróleo y va camino de la autosuficiencia energética con todo lo que eso conlleva: una pérdida de interés americano en lo que sucede en Oriente Medio y una bajada considerable en los precios del petróleo, llevando las finanzas rusas (entre otras) a una peligrosa línea roja. Pero todos estos pasos en la economía no se han asimilado como éxitos para el gran público. Puede ser por el hecho de que su gran promesa, la reforma sanitaria, no haya sido todo lo ambiciosa que Obama prometió en las elecciones. El Obamacare ha sufrido muchos recortes desde su planteamiento inicial y hasta ha pasado el examen del Tribunal Supremo, pero ha quemado mucho de su capital político. Obviamente, la Casa Blanca ha achacado semejantes recortes del Obamacare al obstruccionismo del Congreso, lo que no es falso. Pero tampoco es inusual que los presidentes se tengan que enfrentar a un Congreso hostil. De hecho si observamos la tabla, lo inusual es que la Casa Blanca cuente con un cómodo respaldo del Congreso. Pero tampoco es menos cierto que el actual GOP es menos proclive a acuerdos con el presidente desde que ha sido secuestrado por la pandilla de tarados de extrema derecha del Tea Party. El Tea Party practica el mayor obstruccionismo a las políticas del presidente y ha empujado a los miembros más moderado del Partido Republicano a hacer lo mismo, el resultado ha sido un Congreso hostil a la Casa Blanca y la pérdida del centro político, haciendo posible la segunda victoria de Obama. No solo eso, el Tea Party ha logrado que Hillary Clinton esté por encima en los sondeos de cualquier contrincante del GOP. Los fracasos en política exterior también han echado por tierra los índices de aprobación del Presidente. Después de la falta de éxitos en las guerras de Bush, Obama es reacio a mandar tropas al avispero de Oriente Medio y, ahora que EEUU camina hacia la independencia energética, se queda sin motivos geopolíticos para ello. Así que los numerosos conflictos en la zona se están descontrolando ante el repliegue americano. Éste repliegue ha iniciado dos debates: el posible declive de Estados Unidos como hegemón y la falta de un sustituto viable para el puesto. No solo no hay un sustituto como potencia hegemónica que asuma los riesgos de Estados Unidos, sino que tampoco hay potencias regionales dignas de tal nombre que los asuman.
La unión Europea es incapaz de tomar las riendas del conflicto de Ucrania si no es de la mano de Washington. Las monarquías conservadoras del Golfo Pérsico no son capaces de unificar esfuerzos contra el ascenso de Irán si no es con ayuda americana e Iraq, Turquía y Siria no son capaces de golpear a los tarados del Estado Islámico sin la cobertura del Tío Sam. Estos son algunos ejemplos que parecen ilustrar cómo el repliegue americano solo trae el caos en muchas zonas. De ahí que el Doctor Kissinger en su último libro, orden mundial, haga un llamamiento a una mayor implicación de Estados Unidos. El desastre en la gestión del conflicto Sirio y la falta de respuesta a la anexión de Crimea por Rusia ha llevado al público americano a ver a Obama como débil en política exterior.
Poco suele influir la política exterior en el votante y menos en unas elecciones de mitad de mandato que se leen en clave interna. Pero la debilidad de Obama en política exterior, sumada a su incapacidad de llevar a buen puerto las reformas de calado que prometió hacen del Presidente un apestado político. Pocos, por no decir ninguno, de los candidatos a la Cámara o el Senado quieren tener a Obama al lado. Por tanto, Obama ya parece un lame Duck desde antes de que tome posesión el último Congreso de su mandato. En esta percepción pesa mucho el juego de las expectativas. Obama fue el candidato ilusionante que ganó al establishment que representaba Hillary y que devolvió la casa Blanca a los pequeños electores. El que iba a redistribuir la riqueza frente a las prácticas abusivas del gran capital, quien iba a meter a Wall Street en cintura después del colapso de Lehman Brothers...¿Dónde ha quedado ese Obama? Pues sepultado por la realidad. Uno de sus más indiscutibles éxitos fue una forma más multilateral de entender las Relaciones Internacionales, pero lo que a priori parecía positivo ha derivado en un caos internacional. El Hegemón se encuentra asediado por el caos de la primavera árabe, el auge de China, la agresividad rusa y la pasividad de la Europa Comunitaria. Todo esto empaña sus buenas formas en política exterior. Por ello, los índices del presidente no dejan de caer, parece más un primer ministro en retirada que el Jefe de Estado de la potencia indispensable y, lo que es peor, no parece que la situación de Obama vaya a mejorar de aquí al final de su mandato.