Revista Cultura y Ocio

Lampedusa. Maylis de Kerangal

Por Mientrasleo @MientrasleoS
Lampedusa. Maylis de Kerangal
     "Una cocina, de noche. La única lámpara encendida forma sobre el mantel un cono de luz dorada materializado por las partículas en suspensión: una vez apagada la bombilla, dudo siempre que hayan existido. He vuelto tarde y remoloneo..."
     Conocí a esta autora con su libro Reparar a los vivos, y tenía verdadera curiosidad por leer algo más suyo, por eso ni me lo pensé al tropezarme con este título. Y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Lampedusa.
     Una noche cualquiera el narrador, ella, está escuchando la radio. Es tarde y se encuentra en la cocina cuando, entre ruidos de estática, le llega la noticia de un naufragio terrible de una barca llena de inmigrantes. Ha sido cerca de la isla de Lampedusa, nombre mágico que provoca recuerdos de cine de otros tiempos en la mente del narrador. Recuerdos que se mezclan con la tragedia. Burt Lancaster, bailes y cantos de cisne. La propia vida.
      Poco más de sesenta páginas albergan este poético texto que bien hubiera podido ocupar cincuenta, bordeando eso que llamamos relato casi por encima del concepto ampliado del mismo al que solemos enfrentarnos al abrir un libro. En ellas, la autora desgrana la tragedia a la que ya parecemos inmunes de los muertos en las costas de quienes huyeron de su país con la promesa de un futuro mejor tras una travesía infernal. Y en ese momento, en mitad de una prosa casi poética, le asalta el nombre de Lampedusa. Y se deja llevar entre trazos de la tragedia hasta la famosa película de Visconti, hacia otras épocas, incluso a París donde la viera restaurada. Burt Lancaster príncipe, y también nadador. Burt Lancaster e inmigrantes, rescates y cuerpos. Y el lector se pregunta entonces cuál es la relación peregrina que va a unir ambas imágenes o si será una de esas caprichosas asociaciones que realiza el cerebro y todo quedará en nada más que una prosa hermosa. Y el relato sigue a lo largo de esa noche de insomnio, desgranando las terribles cifras de unas muertes que muchos ya ni miran, un informativo a horas intempestivas, un recuento de números. Y volvemos al baile, y nos da entonces la llave que une ambas partes más allá del nombre de Lampedusa que convertido junto a esa noche en la cadencia de la novela, el metrónomo que marca el ritmo de las palabras de Maylis de Kerangal. Solo que ahora ya sabemos la letra de la canción que está entonando, el título de la balada de una actualidad terrible y una sociedad ajada, mucho más de lo que parece en la superficie.
     Lampedusa es una historia cotidiana revestida hasta convertirla en algo hermoso. Las tragedias, pueden ser hermoso y lo bonito y lo hermoso no han de ir siempre de la mano. Maylis de Kerangal parece saberlo y así lo muestra en este relato casi en el que lo bello y lo triste, como dijo Kawabata, se dan la mano en un puñado de páginas. Eso hace que el mensaje sea mayor, más impactante, más denso. Que la hospitalidad de una manta en los hombros se antoje aún más importante y el calor y la desesperación más angustiosos.Me ha recordado en cierto modo a Guerra, de Jane Teller, y a tantos otros libritos cuyo mensaje debería llegar al mundo entero. Una noche, una historia, una reflexión. Nada más y nada menos. Sin más.
     Lo mismo que la extensión de ciertos libros nos echa atrás por su exceso, a veces cuando nos encontramos con libros cortitos, como este caso, miramos con suspicacia. Y vosotros, ¿sois reacios a compara libros de cincuenta páginas?
     Gracias.

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