Lana Del Rey-Blue Jeans

¿Cómo rodar un videoclip con 2 personas, una piscina y unos cocodrilos?

Lo que realmente me llamó la atención la primera vez que vi esta peli fue que tuve la sensación de que estaba viendo las crudas sensaciones que generan las páginas que vomita James Ellroy.

Escritor de novela negra de Los Ángeles, de madre asesinada por Dios sabe quién, plasma en cada palabra, en cada párrafo, con dureza, una belleza angelina  que me hace volver una y otra vez a una ciudad en la que jamás he estado pero siento cercana. Todo lo cercana que puede estar una ciudad de los 50 al otro lado del mundo.

En una localización que apenas vemos en un par de planos generales y una fotografía sublime en blanco y negro que combina, como Ellroy, belleza y dureza a partes iguales. Especialmente bajo el agua. Lana del Rey es la Dalia Negra.

Es una película de reflejos. Del agua, a través del agua y de la ventana. Te envuelven, te hacen creer cosas que no son así, distorsionadas y ambiguas. Consigue que los cocodrilos sean tan sensuales como ella, aunque en la vida real no lo sean más que una piedra. Y es que la mayoría de estos reflejos son conseguidos por cámara, alguno hay en post, y hasta aprovecha en algún momento la superposición de planos para conseguir la estética que se impregna de lo onírico a lo largo de los 4 minutos.

Rodado a veces a 33fps, a 50fps o incluso más, estiliza la imagen, el movimiento, el mundo de Lana, hasta recordarnos el mundo Martini de la publicidad de los ’90 que nos remite a un cine negro de los ’50. Revisitado, estilizado y actualizado. Exactamente lo mismo que Ellroy hace con Raymond Chandler.

La canción nos sitúa en ese mundo potenciado por los tatuajes, el maquillaje de unos labios perfiladísimos y rimmel en las pestañas, los vaqueros de él y el bañador retro de ella.

No puedo decir más que gracias a Yoann Lemoine (dir.) y Rodrigo Prieto (dop.) por esta maravilla audiovisual y este viaje a otros lugares y épocas que sólo existen en nuestra cabeza.