Cuando viajamos, tanto a mi marido como a mi, nos gusta alojarnos en algún momento del viaje en un sitio con encanto, acogedor, aunque eso, a veces, haga que nos salgamos un poquito de nuestro presupuesto. Nos gusta mucho buscar ese rinconcito distinto, o muy típico, que recordar con un cariño especial a la vuelta a casa. Y algo así, un poco alejado del "mundanal ruido" y bucólico, era lo que buscábamos durante nuestro viaje a Alemania en el 2009 (¡cuánto ha llovido desde entonces!)
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