He aquí el gran momento crucial de todo libro que se precie y desee navegar por las turbulentas aguas del mercado editorial: el lanzamiento. Oh! Qué gran emoción nos embarga a todos los escritores y editores que hemos trabajado duro para preparar un nuevo libro. Hemos dedicado incontables horas (que nadie pagará en su justo valor) a escribir, documentar, revisar el manuscrito y coordinar todas las fases de edición, ilustración y producción.
Hemos puesto toneladas de ilusión en un nuevo proyecto y babeamos con sólo imaginar los miles de ejemplares que se van a vender y que nos van a hacer riquísimos (siga soñando, joven autor...que es gratis). Y nos encontramos con este momento del que nadie nos había hablado: el lanzamiento, el puñetero y necesario lanzamiento. ¿Pero no habíamos terminado la tarea? La edición de un libro es el nunca acabar. Métaselo en esa cabezota llena de sueños.
Pues nada, he aquí, que ha llegado el momento lanzamiento. Lo mismo que si hubiera llegado la hora del parto, del café o de la comida en familia. Momento sagrado. Y hay que concederle la importancia que tiene. Oiga, que nos jugamos mucho y esto tiene su intríngulis.
El lanzamiento no se trata solamente de un único evento, al estilo: aquí tenéis esto que yo me voy con viento fresco.... Nooooooooo. El lanzamiento es algo muy serio y necesario. Implica una serie de acciones diversas, algunas pintorescas y otras clásicas, que ponemos en marcha escritores y editores al alimón para dar a conocer nuestro nuevo niño, digo, libro, a la sociedad lectora ávida de papel y palabras escritas.
Estas acciones de lanzamiento, que los entendidos en la materia también llaman con pompa "acciones promocionales y de marketing activo", se pueden realizar todas juntitas o separadas. Como hablar con la familia: juntos o por separado. Y tienen por objetivo dar visibilidad a ese nuevo libro que llega berreando para que lo lean con desespero. ¡Leedme, estoy aquí! ¡He llegado al mercado y soy el amo del cotarro!
Estos nuevos libros son unos atrevidos. Con la de tiempo que llevan otros libros en el mercado sin que nadie los lea. Espera tu turno joven publicación. La visibilidad tiene otro propósito, bueno y noble, que son las ventas. Queremos un lanzamiento efectivo que permita que el nuevo libro se venda. Aquí el escritor y el editor corren que se las pelan para programar un lanzamiento de categoría internacional e incluso galáctico, lo que haga falta: se pone uno guapo y sexy, se despliega encanto varonil (o femenino en el caso de ellas), se fija fecha para las distintas acciones del lanzamiento y uno se aplica a cumplirlas como quien debe cumplir con la esposa o la novia: con ardor.
Esto de fijar calendario de fechas no deja de ser una gozada para el escritor y el editor. Por fin fechas para dar por terminado el trabajo de edición y pasar al puñetero lanzamiento. Pase, asistencia y touchdown. Establecemos objetivos como si fuéramos generales en plena campaña militar. Otra gozada, créame. Planificamos la campaña como los inteligentes y hábiles estrategas que somos y nos regocijamos con las metas que vamos logrando. Estamos en racha y el lanzamiento es un éxito. Nos felicitamos. Nos abrazamos y brindamos por el puñetero lanzamiento, que contribuirá a reforzar eso que los finolis llaman branding, nuestra marca personal, nuestro sello inconfundible, nuestra voz literaria. Y todo para vender a trote y moche cuantos más ejemplares mejor. La ONG que busca está calle abajo. Esto es una pasión, pero también un negocio, oiga.
Terminado el lanzamiento, uno toma nota de lo bueno y de lo malo, de los éxitos y de los fracasos, de lo que funciona y de lo que no, se analiza todo y se tiene en cuenta para el próximo puñetero lanzamiento de un nuevo libro. Aprendemos y evolucionamos como escritores y editores. Siempre tendremos un nuevo lanzamiento en el horizonte. Otra gozada que habrá que planificar y experimentar.