Yo lo he oído gemir ante la contracción de los anillos,He percibido como siglo a siglo la sierpe se aprieta más y más contra su cuerpo adolorido.
Yo lo he visto liberarse y caer desfallecidoHe igual que Lugones lo visto sudar al mediodía.
Es su lamento todo el sufrimiento.Tensos sus músculos quedaronY la sierpe voraz clavando su veneno.
No es una escultura.Allí adentro entre la rocaUn hombre grita.Y no es la lucha enloquecidaO El saberlo presa mortal de este castigoSino Esa, su voz desgarradoraLa que me aterra y me tortura.