Revista Cultura y Ocio

Lar

Publicado el 15 agosto 2013 por Zeuxis
Lar
Yo no vuelvo a la infancia A los caracoles dormidos escuchando la lluvia A las melancólicas crisálidas colgadas como hamacas en mitad de la noche Como si se hubiese dado una tregua entre el milagro y el sueño.
Yo no vuelvo a la infancia tan escondida en los armarios, Tan protegida e indiferente al dolor de estar vivo A pesar de los colores y la sangre que eran la rúbrica en sus días.
No tengo cara para decirle a  los juegos de  las maras y el barrilete Que las cicatrices sanaron para dejar marcas de muerte entre el olvido.
No puedo lanzar  la mirada hacia los abismos tan curiosamente abiertos Como si fueran apenas el breve preámbulo De la caída en el edén de algún circo de funámbulos.
Ni puedo conciliar el mismo diálogo, La misma prisa por darle nombre a todas las aves y su vuelo: Al pájaro meditabundo frente a la lluvia, Al alegre bañista de chapuzones de charco entre la escuela, Al de mirada perdida en los cementerios O al mero pajarito parlanchín y rudo ante los acechos juguetones de mi perro.
Hay un inventario escondido entre la tierra Y una pistola de fulminantes esperando a que regresen los indios.
La misma inocencia para mitigar la tristeza  y las discusiones de los viejos Parece extrañar historias en los  telegramas erguidos de la nostalgia, Todo ese murmullo Son los mitos que quedaron confundidos y  prendidos al  recuerdo Como los guayabos del campo preñados con los sueños de todas las gallinas.
Sin embargo, yo no vuelvo a la infancia para decir silencio o apenas pronunciar Las meras intrigas que espantaban al cuerpo hasta perder el alma Y tan sólo dejar unas manos encalambradas de tanto rezo entre los labios
Yo no vuelvo a la infancia para decir versos llanos parecidos al vestigio Ni a casas con laberintos felices de comején y hormigas buscando la melcocha
Yo no vuelvo a la infancia No porque sepa de otra edad para olvidar los juegos y el coraje O porque la corbata se anudó a mi cuello como una serpiente anunciando el desalojo Si no, porque en mis ojos, sigue hamacándose un niño entre los poma rosas, Un niño que sale silbando a la calle a patear  las piedras mientras pasa la tarde.


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