Written by Jaled Ibarra
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Sin duda la imaginación es el mejor transporte para viajar y los libros se convierten una vez más en la energía necesaria para llegar a recónditos y mágicos lugares. Pero no siempre es así pues la semana pasada fueron los sueños de las gentes de Laredo en Cantabria los que me llevaron muy lejos, tan lejos que disfruté de un espacio lejano en la Cordillera del Himalaya con el nombre del “Valle de las Flores.”
Este hermoso rincón montañoso pertenece a una reserva natural que ha tomado el mismo nombre de la Diosa Nanda considerada la hija del Himalaya. Cientos de especies de flores, muchas de ellas endémicas, cubren de colores y olores las tierras de este valle escondido: orquídeas, amapolas, caléndulas, margaritas, primulas o la famosa Brahma Kamal, representada como el asiento del Dios creador del Universo, compiten en una batalla donde la sensualidad y la armonía son sus únicas armas.
En la primavera los colores púrpuras, dorados, blancos o azules junto con olores perfumados embriagan las mentes de los pobladores y visitantes.
Los habitantes del valle de las flores aseguran que las hadas habitan desde hace mucho tiempo estos parajes y no es de extrañar que lo crean pues un paraíso como éste parece sacado de una realidad mágica donde sus pobladores nacen de la pura imaginación.
Un año más la Batalla de Flores de Laredo se convierte en un espectáculo único y sólo puedo dar las gracias a sus gentes por transportarme a un lugar tan lejano a menos de treinta kilómetros de mi casa.