Al comportamiento y actuación de Juana durante este periodo obedece el sobrenombre de Juana la Loca.
Si quieres leer el artículo mas tarde, descárgatelo en PDF y léelo cuando te plazca: Descárgalo Aquí
Recorre, de noche, durante cerca de tres años las tierras de Castilla llevando el féretro de Felipe, acampando en pleno invierno sin ningún tipo de comodidad en dirección a Granada, donde quería enterrarle junto a las tumbas de sus padres.
Largos tiempos de funeral, Juana la Loca 1506-1509
El séquito que la acompañaba empieza a sospechar y se divulgan los rumores de que la reina Juana se había vuelto loca. La muerte de su marido había supuesto un golpe tan fuerte para ella que para ir digiriendo el dolor parecía necesitar de ese comportamiento tan escandaloso. Muchos historiadores relacionan esta reacción de Juana con la herencia por parte de la abuela materna. Las dos mujeres han sido tratadas de forma injusta, aunque de manera diferente y en distintas circunstancias.
Los síntomas de locura o demencia siempre se produjeron tras un fuerte maltrato psicológico o un sufrimiento forzado. Sin embargo, en la vida cotidiana de estas dos mujeres su comportamiento fue normal como demuestran los relatos históricos. La abuela Isabel fue una reina normal cuando convivía con su marido Juan II. Juana también había sido una hija normal cuando vivió con sus padres. El comportamiento violento y loco de Juana se hizo mucho más llamativo cuando rechazó comer, dormir, lavarse o cambiarse de ropa. También fue patente cuando llegó a herir a una dama de compañía, amiga y favorita de Felipe. El recorrido con el féretro de su marido por las tierras de Castilla corroboraba los rumores cortesanos, ya que la gente pudo constatar con sus propios ojos la inestabilidad emocional de Juana. El 14 de enero de 1507 da a luz en Torquemada (Palencia) a su cuarta hija, Catalina, fruto de la última relación con su difunto marido Felipe. Catalina va a acompañar a su madre durante su infancia y adolescencia en el encierro de Tordesillas hasta su boda con Juan III de Portugal. Aquí tiene lugar un entramado de enlaces entre España y Portugal: Isabel, hermana de Juan III de Portugal, se casa con el hermano de Catalina, Carlos (futuro emperador Carlos V). El hijo de Catalina y Juan III de Portugal, Juan, se casa con Juana, hija de Carlos e Isabel. De este enlace nacerá el futuro rey de Portugal, Sebastián.
El hijo de Carlos e Isabel, el futuro Felipe II, se casa con la hija de Juan III y de Catalina, María Manuela. Juan III de Portugal era hijo de María, la hermana de Juana la Loca, casada con el rey Manuel I. Así pues, las casas reales de España y Portugal en esta época parecen la misma familia. En agosto de 1507 se produce el esperado encuentro de Juana con su padre en una localidad llamada Tórtoles. Aquí Juana demuestra la personalidad íntegra de una hija sin taras. Se comporta dócilmente y con educación, recibiendo a su padre con respeto. A pesar de que Fernando era el gobernador y Juana la reina, esta se comporta simplemente como hija que reconocía a su padre como rey. Demuestra total confianza en su padre y le obedece en todo momento. Fernando acababa de regresar de Nápoles llamado por Cisneros para volver a ocupar el puesto de gobernador de Castilla, ya que tras la muerte de Felipe el Hermoso la situación de Castilla se había transformado en anárquica e ingobernable. Juana estaba feliz con el encuentro de su padre, que siempre había sido su protector. Fernando ordena que Juana resida en un lugar seguro y confortable y elige el sitio ideal, Tordesillas, localidad que había sido residencia de los reyes de Castilla desde la época de Alfonso XI.
Encierro en Tordesillas hasta su muerte (1509-1555)
Juana fue reina de Castilla durante cincuenta y un años, desde 1504 hasta 1555, y reina de Aragón y Navarra durante treinta y nueve años, desde la muerte de su padre en 1516. En todos los documentos oficiales que firmaban su padre o su hijo aparecía el nombre de Juana como reina, aunque no ejercía el poder. A pesar del maltrato sufrido durante su encierro en Tordesillas nadie podía quitarle el título de reina de Castilla porque era la heredera legítima, la hija de Isabel y de Fernando.
Los tres hombres de su vida, su padre, su marido y su hijo, aprovecharon la locura de Juana para quitarle el poder y actuar como verdaderos reyes. Sin embargo, no existió una mala relación entre ellos, sino todo lo contrario. Su hijo Carlos el emperador, que pasó gran parte de su vida fuera de España porque le tocó solucionar infinidad de asuntos de estado en distintos lugares del inmenso territorio del Imperio, visitaba Tordesillas para ver a su madre siempre que podía. Parece increíble, pero el emperador visitó a su madre treinta veces a lo largo de su vida, según el registro de Tordesillas, a pesar de que en aquella época el único transporte era cabalgar desde Alemania, Italia o el norte de África después de muchas jornadas de navegación por el Mediterráneo.
Tordesillas se convirtió en la «capital» de España e incluso del Imperio de Carlos V en tanto que la reina residía allí, y allí fue donde acudieron muchas personalidades de la época. Ella era la reina de España y la madre del emperador y de las reinas de distintos reinos europeos. Es esta una versión tergiversada de la realidad, ya que los gobernadores de la casa de Juana no la dejaban ver a nadie que no fueran sus familiares durante su encierro en Tordesillas. No existen muchos relatos sobre su vida en Tordesillas porque no hubo ningún cronista junto a ella y, por lo tanto, no se sabe muy bien cómo transcurrieron esos cuarenta y seis años allí. El primer gobernador nombrado por Fernando fue Ferrer, quien cumplió meticulosamente la orden dada por su jefe de que Juana no tuviera contacto con gente de fuera del edificio. Durante casi siete años Juana fue tratada como una vulgar reclusa, llegando a caer enferma, hasta que al morir su padre en 1516 el regente Cisneros despidió a Ferrer y nombró a Hernán Duque nuevo gobernador, quien intentó mejorar las condiciones de vida de Juana. Cuando llega su hijo Carlos a España, tras comprobar la situación lamentable en la que se encontraban su madre y su hermana Catalina, despide a Hernán Duque y nombra gobernador al marqués de Denia, Bernardo Sandoval, que seguirá en su puesto hasta su muerte en 1536 y a quien le sucederá su hijo del mismo nombre hasta la muerte de Juana.
Pero después de la rebelión de los comuneros de 1520, suceso ocurrido en su ausencia, Carlos da la orden expresa a su gobernador de que su madre esté totalmente aislada, incomunicada y encerrada para que ninguna noticia salga o entre de la fortaleza. Los castellanos estaban descontentos con la venida de los flamencos, que intervenían en la gobernación de Castilla, y del príncipe Carlos, que se autoproclamó rey de Castilla desplazando a su madre, que era la verdadera reina, razón por la que intentaron desbancar el gobierno de Adriano de Utrecht, que actuaba como regente de Carlos.
El movimiento comunero se fue extendiendo con éxito por importantes ciudades y llegó a Tordesillas porque los comuneros querían tener a la reina Juana para restablecer la corona en su nombre, ya que a ella le correspondía reinar en Castilla, y no a su hijo con sus nobles flamencos y sus partidarios de la nobleza castellana. El movimiento fracasó porque a pesar de que Juana apoyaba al movimiento comunero que parecía que iba a devolverle su libertad, en el último momento se negó a firmar el documento de apoyo que los comuneros solicitaban para legitimar sus movimientos dirigidos contra su propio hijo y su gobierno. Las tropas imperiales acabaron con el movimiento en el mismo año 1520, poniendo fin a la rebelión. En 1525 su hija Catalina se marcha de Tordesillas para casarse con Juan III de Portugal. Para Juana fue un golpe duro quedarse sola sin la compañía de su hija, el único ser querido que le había acompañado en su encierro. Juana tenía 46 años de edad. A partir de entonces, durante treinta años más, va a estar sola encerrada en Tordesillas. La marcha de su hija Catalina estaba planeada desde antes por sus hermanos Carlos y Leonor.
Cuando ellos visitaron Tordesillas para ver a su madre por primera vez en 1517, comprobaron las pésimas condiciones de vida de su hermana, que compartía el encierro de la madre, y les inspiró una gran pena que una niña de tan solo 10 años estuviera encerrada sin salir de su habitación, sin poder jugar con otros niños de su edad ni hacer ninguna actividad, por lo que desde ese instante planearon sacarla de Tordesillas y separarla de su madre.
Pero el plan fracasó porque Catalina quiso volver al lado de su madre, ya que no pudo soportar la tristeza que le había ocasionado su marcha a su madre. Efectivamente, Juana se encontraba casi para morir por la ausencia de su hija. En 1518 Catalina vuelve a Tordesillas desde Valladolid, donde por primera vez había experimentado una nueva vida fuera del encierro. Sus hermanos le habían proporcionado las ropas apropiadas a su categoría de infanta y demás cosas necesarias para cambiar totalmente la forma de vida a la que estaba acostumbrada. Pasará otros siete años viviendo con su madre en Tordesillas, pero esta vez su hermano Carlos organiza su enlace con el rey de Portugal, lo que impide que Juana pueda abortar su marcha por tratarse de un importante asunto del reino. La ausencia de Catalina vuelve a golpear a Juana, quien nuevamente se instala en la locura de no querer comer ni dormir. Pero en esta ocasión su hija no volverá a su lado. En 1526 su hijo Carlos se casa con su prima Isabel, infanta de Portugal a la vez que sobrina de Juana, ya que era hija de María, casada con Manuel I y hermana pequeña de Juana.
En 1527 nace en Valladolid su nieto Felipe, el primogénito de Carlos e Isabel, cuando Juana cumplía 48 años. Desde entonces recibirá de tarde en tarde a sus familiares, sobre todo a su hijo Carlos, a su nieto Felipe (futuro Felipe II), a Maximiliano (hijo de Fernando) y a su nieta Juana de Austria, hija de Carlos. Uno o dos años antes de su muerte, Felipe II visita a su abuela antes de marcharse a Inglaterra para casarse con su tía María, reina de Inglaterra y sobrina de Juana. De tal manera que sus hijos y nietos visitaban a Juana antes o después de celebrar algo importante, y lo hacían no solo porque Juana era la reina titular sino porque existía una relación familiar con ella: era su madre y abuela. Juana fue la reina de España hasta su muerte en 1555, por lo que su hijo Carlos solo estuvo un año como rey de España después de la muerte de su madre, ya que en 1556 abdicaba y otorgaba la titularidad a su hijo Felipe II.
En justicia, no se puede hablar de la locura de Juana. Lo que ocurrió fue que su comportamiento incomprensible y su forma de actuar tan extremadamente violenta y rara contra la gente que le rodeaba hizo que se la tuviera por loca. Su padre, su marido y su hijo utilizaron esa locura como excusa o justificación para apartarla de la gobernación del reino y considerarla incapaz, reservándose para sí mismos el título de rey. Fue la primera reina de España en la historia ya que su madre solo lo había sido de Castilla.
Autor: Yutaka Suzuki para revistadehistoria.es
¿Eres Historiador y quieres colaborar con revistadehistoria.es? Haz Click Aquí
Si quieres leer el artículo mas tarde, descárgatelo en PDF y léelo cuando te plazca: Descárgalo Aquí
¿Nos invitas a un café?
Si quieres donar el importe de un café y “Adoptar un Historiador”, incluiremos tu nombre como agradecimiento en calidad de mecenas en un Artículo Histórico, puedes hacerlo Aquí:
También puedes apoyarnos compartiendo este artículo en las redes sociales o dándote de alta en nuestro selecto boletín gratuito:
Déjanos tu Email y te avisaremos cuando haya un nuevo Artículo Histórico
Bibliografía:
Yutaka Suzuki. Personajes del siglo xv, Orígenes del Imperio español. ISBN 9788460690399. 2015
La entrada Largos tiempos de funeral, Juana la Loca 1506-1509 se publicó primero en Revista de Historia.