Hay 4 provisiones que ahogan a la banca y de rebote a toda la economía española:
1) Provisión por la morosidad del sector inmobiliario y de la construcción. Las empresas del sector han dejado de pagar en masa, y el proceso aún colea. Y el volumen de crédito al sector es enorme.
Aunque estaba hipotecado en gran medida, no es suficiente, y por eso la 2ª provisión:
2) Provisión por la caída del valor de los activos inmobiliarios que garantizan los créditos. Una caída enorme, imparable, y que no se sabe a ciencia cierta cuándo tocará fondo. Una caída que nadie preveía tan fuerte (ni los que vaticinábamos la explosión de la burbuja).
Aunque estas provisiones son muy importantes, no son suficientes. Por eso se necesita la 3ª provisión:
3) Provisión preventiva ante las malas perspectivas de evolución de los créditos y de los precios inmobiliarios. La prudencia obliga a prever las pérdidas que se van a dar con gran probabilidad en el futuro debido a la mala evolución del sector.
Aunque los problemas no se limitan a los créditos inmobiliarios, y por eso la 4ª provisión:
4) Provisión por la morosidad creciente de los créditos no inmobiliarios, tanto de empresas como de particulares.
Sumadas toas esas provisiones han producido un gravísimo impacto sobre los bancos españoles, que se descapitalizan a marchas forzadas (la víctima más reciente es Bankia), y de rebote la mayor sequía crediticia que se recuerda en España, que alimenta la caída del consumo y del crecimiento.
Los sucesivos gobiernos no han sido capaces de resolver esa especie de gangrena económica cortando por lo sano. O no han acertado con el tratamiento o les ha dado miedo a amputar. La amputación (léase “banco malo” o recapitalización bancaria) requiere de unos fondos que no se tienen. Ese es el gran problema. O lo aporta la Unión Europea o se muere el paciente.