El conjunto de aceñas de Zamora sobre el cauce del río Duero ha recuperado su majestuosa fisonomía tras la restauración de 1995. Aguas arriba del Puente de Piedra se encuentran los cuatro molinos de Cabañales y debajo de la Catedral se sitúan las tres aceñas de Olivares, las que desde el siglo XII hasta la desamortización pertenecieron al cabildo.
Nos acercamos a Zamora para visitar la colección de tapices de las Artes Liberales que se conservan en el Museo Episcopal. Los paños diseñados por Cornelis Schut no se muestran, aunque la ciudad nunca nos defraudará y nos compensa de la posible frustración. Las iglesias románicas y la catedral nos devolverán la alegría.
Zamora se levanta altiva sobre el Duero, pero no puede evitar verse reflejada en él. Las sólidas aceñas medievales que aprovechaban la ancha corriente han sido de todo: molinos harineros, batanes, forjas,…
Al generoso Duero le bastaban las anticuadas ruedas verticales de palas, tipo noria, para mover los distintos ingenios.
La restauración ha consolidado la obra pero no el uso: solo una de las aceñas de Olivares se puede poner en funcionamiento y además durante una breve temporada. Las de Cabañales se concibieron como lugar de ocio pero se nota ya el abandono y cierto vandalismo.