Revista Sociedad

Las afinidades electivas

Publicado el 08 julio 2010 por José Luis Ferreira

Las afinidades electivas
¿Cuáles son los factores que nos llevan a simpatizar o antagonizar con los distintos grupos políticos? Me he tomado la molestia de hacer una pequeña lista de pasos que suelen orientar la acción política, la honrada, la de cada uno de nosotros cuando le damos mientes a los problemas que quisiéramos ver resueltos. La lista no es exhaustiva, habrá subdivisiones, solapamientos y otras imperfecciones. Aún así servirá para plantear algunas cosillas.
1. Detectar un problema.
2. Convencer a los demás de que tal cosa es un problema.
3. Diagnosticar las causas del problema.
4. Proponer soluciones.
5. Negociar la solución con otros grupos.
6. Aplicar la política.
7. Reformar, renegociar, enmendar,…
Pongamos que detectamos un problema que nos preocupa (la desigualdad social, las amenazas a la familia, la marginación de una lengua, la pérdida del sentir religioso, la moda de llevar bigote, …), y quisiéramos hacer algo por ello. Sin duda nuestras simpatías serán para aquellos grupos que compartan nuestra preocupación y nuestra antipatía para aquellos que consideran que esa problema no lo es tanto, o no les importa, o no piensan que haya nada que hacer al respecto porque consideran, sin haberlo intentado, que cualquier cambio hará que las cosas sean todavía peores o, simplemente, que, lejos de considerarlo un problema, les parece una cosa estupenda.
Pongamos que alguno de esos grupos que comparten nuestra preocupación hacen, sin embargo, un muy mal diagnóstico de las causas o que, haciendo un diagnóstico adecuado (siempre según nuestras propias opiniones), proponen soluciones disparatadas o no están dispuestos a negociar una solución parcial o son corruptos o incompetentes a la hora de aplicar las políticas, o hacen las denuncias con modos y maneras con las que no estamos de acuerdo. En ese caso nuestras simpatías pueden ser mayores con quien no piensa que ese problema sea tan grave pero está dispuesto a ir negociando algunos posibles avances, o que defiende un sistema de decisión que permita aflorar una solución si es que el problema es percibido como tal por una mayoría de la población.
Pero todo se complica si el grupo que se preocupa por el mismo problema que nosotros y que, a nuestro juicio, aplicaría políticas erróneas en caso de gobernar, no tiene ninguna posibilidad de hacerlo. El entorno de ese grupo podrá estar haciendo cosas (novelas, canciones, sátira, películas,…) que, sobre todo, denuncian el problema. Sus intelectuales serían una especie de Pepito Grillo. Dignos de escuchar en su denuncia, imposibles como gobernantes.
Hay otras complicaciones añadidas. Tal vez ese grupo tenga medidas inoportunas en un nivel de gobierno, pero sensatas en otro nivel (ayuntamientos, por ejemplo).
Todas estas consideraciones me hacen difícil definir mis simpatías políticas, que dependen mucho del problema en consideración y de la posibilidad o imposibilidad de llevar a cabo las políticas de cada grupo.

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